Las muertas de Juárez: ¿Un caso resuelto u oculto?

CD. JUÁREZ – Los restos óseos encontrados en la Sierra de San Agustín, municipio de Práxedis G. Guerrero, pertenecen a tres menores de edad desaparecidas en los años 2009 y 2010 – Lizbeth G., de 17 años, Yessica P.,15 y Andrea G., 15. Entre los cientos de casos similares también está la joven Jéssica Leticia Peña, secuestrada en el centro de Juárez el 30 de mayo del 2010 cuando iba a buscar trabajo, según se publicó el 11 de noviembre en el periódico La Policiaca, D.F.

El 17 de febrero de 2012 el presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa, declaró que, a dos años de que iniciara la estrategia para buscar mujeres desaparecidas llamada “Todos Somos Juárez,”  la tasa de homicidios disminuyó un 57 por ciento. Para  entender realmente los logros de “Todos Somos Juárez” tendríamos que hacer un recuento de los hechos estableciendo un panorama, ya que, a partir de 1993, el número estimado de mujeres asesinadas hasta el año 2012 asciende aproximadamente a más de 700, aunque la cifra real se desconoce. Según el Centro de Justicia para Mujeres de Cd.

“Se van trabajando la autoestima, los límites con la persona que ejerce violencia, el empoderamiento, la independencia saludable, y la apreciación que se deben de tener como mujeres”, dijo Brisa Trejo del Centro de Justicia para las Mujeres. (©iStockphoto/RelaxFoto)

Women victims of violence find refugee in Juarez

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CIUDAD JUAREZ – The doors of the building opened suddenly as Blanca, a 31-year old woman, came in nervous and desperate. Once again, she had been beaten by her husband. Convinced by a neighbor to seek help, Blanca reached out to the Instituto Chihuahuense de la Mujer in Ciudad Juarez, an institute independent from the Mexican government that was created in 2002 as the city was rattled by the death of hundreds of women. “It is a process that takes place slowly,” Blanca said. “It is not easy.

Mujeres víctimas de violencia encuentran refugio en Juárez

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CIUDAD  JUÁREZ – Las  puertas del edificio se abrieron cuando Blanca, una mujer de 31 años, entró nerviosa y desesperada. Una vez más, su esposo la había golpeado. Convencida por una vecina de que debía buscar ayuda, Blanca se acercó al Instituto Chihuahuense de la Mujer en Cuidad Juárez, una institución descentralizada del gobierno del estado de Chihuahua que inició sus operativos en el 2002 en relación a una época que marcó trágicamente a la cuidad con la muerte de cientos de mujeres. “Es un proceso que se lleva a cabo lentamente”, dijo Blanca. “No es fácil, sin embargo, una tiene que luchar por si misma y también por sus hijos; darse cuenta que la vida a veces nos pone en situaciones difíciles, pero que siempre hay un camino de esperanza”.

El proyecto de la Orquesta Esperanza Azteca pretende no solo formar músicos si no además alejar a los niños y jóvenes de la violencia desatada en la ciudad. (Foto cortesía de Jove Garcia)

Jóvenes, padres de familia y maestros trabajando en concierto tocan un son de esperanza en Juárez

CIUDAD JUÁREZ, México – La vida de la pequeña de 11 años cambió por completo cuando la Orquesta Esperanza Azteca llegó a Cuidad Juárez. Jaqueline, cuyas calificaciones en la escuela no eran las más altas, sentía que le faltaba llenar un vacío dentro de si misma. “Antes de incorporarme a la orquesta me faltaba algo que me hiciera sentir más viva, más plena”, dice Jaqueline. La Orquesta Esperanza Azteca de Cuidad Juárez, un proyecto iniciado por el gobierno municipal y operado por Fundación Azteca, del Grupo Salinas en la Ciudad de México, es un proyecto social cuyo propósito principal es contribuir a la formación de mejores seres humanos a través de la música. “La orquesta consiste aproximadamente de 230 niños y adolescentes de seis a 17 años de edad que provienen de diversos niveles socioeconómicos de la ciudad”, dice Jove Garcia, coordinador del proyecto.

Niños huérfanos de Cuidad Juárez encuentran santuario, educación y esperanza en Rancho 3M

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CIUDAD JUAREZ – La vida estable del pequeño de 10 años, su hogar modesto, y una rutina que incluía paseos ocasionales con sus padres a Peter Piper Pizza llegaron a su fin cuando la guerra contra el narcotráfico invadió a Ciudad Juárez. Atrapado en medio de una balacera, Juan se dejó caer debajo de una camioneta, cubriéndose los ojos. Todo se nubló a su alrededor. Cuando salió de su escondite, su padre, su madre y su hermana habían muerto. Unas semanas después, Juan, junto con otros 12 niños, abordó un camión rumbo a Rancho 3M, un orfanato privado fundado por misioneros estadounidenses en el pueblo cercano de Guadalupe.

Rancho 3M provides shelter to 84 children. (Diana Arrieta/Borderzine.com)

Juarez’ drug-war orphans find sanctuary, education and hope at Rancho 3M

CIUDAD JUAREZ – The 10-year-old boy’s stable family life, his modest home, and a routine that included going occasionally with his parents to Peter Piper Pizza for dinner came to a catastrophic end when the drug war plaguing Ciudad Juárez struck home killing his entire family. Caught on the street in a crossfire of warring gangs, Juan dropped under a nearby parked van, covering his eyes. Everything turned fuzzy. When he came out from under the van, his father, mother and sister were dead and he was an orphan. A few weeks later, Juan boarded a bus with 12 other children en route to Rancho 3M to a private Christian orphanage and school founded by American missionaries in the nearby town of Guadalupe.

Childhood obesity in El Paso on the rise

EL PASO — At nine years of age and 100 pounds, Jorge can’t wait for the lunch bell to ring. He walks straight to the vending machine, like he does every day, to buy a large bag of chips and a soda. For Jorge, his school’s cafeteria food is not tasty enough and the lunch his mother packed for him is long gone. He is starving, despite having eaten breakfast and lunch a few hours ago. Jorge’s eating behavior is similar to other children in El Paso and across the U.S., and is becoming more prevalent as childhood obesity rates continue to rise.

Poverty in Juarez: An Extinguished Light

EL PASO — Juarez: a place of abundant people, a city that shares its border with El Paso, a mother of a diverse culture and tradition, and yet, a site of desperation and rampant poverty. Poverty is one of Juarez’s greatest problems, a reality that sweeps across the town like a sandstorm, seizing on its way the tender smiles and the vivid aspirations from many thousands of people. Poverty is in the fainting child who dreams of a mouthful of beans or in the search for warmth and shelter during cold winter nights. Poverty is like the subtle wind that blows outside your window; silent, constant. It is the indivisible shadow that penetrates life.