10. Todo sobre mi madre o, más bien, dos libros que le gustan a mi madre

50 LIBROS/ 50 BOOKS: Mujeres y sus historias. 

“Las mujeres recurrían a su madre
cuando no les quedaba más a quien recurrir”
Anita Nair

EL PASO – Esta columna llega a la semana diez. Ya he hablado de nueve libros, de nueve autoras, de novelas y colecciones de cuentos que son habitaciones de personajes entrañables o desconcertantes. Y hoy no quiero hablar de una autora, hoy quiero hablar de dos libros que le gustan a mi lectora favorita, mi madre. ¿Por qué? Porque ella me enseñó a leer, porque ella me enseñó a amar la lectura y porque, hay que decirlo, ha leído mucho más que usted y que yo.

Noticias del Imperio de Fernando del Paso.

A veces me pregunto si hay algo relacionado con la edad o con el pasado en la docencia, pero el caso es que a mi madre le encanta la novela histórica. Tiene una gran colección de obras relacionadas con la Independencia y/o con la Revolución Mexicana, no faltan tampoco las biografías noveladas de los héroes de la patria. Estoy casi segura de que su sumergirse en este género tiene que ver con Noticias del Imperio (1987) de Fernando del Paso y que se volvió el primer libro en el estante de este género en casa de mi madre.

Noticias del Imperio recorre la vida de la Emperatriz Carlota, esposa de Maximiliano de Habsburgo, y los grandes momentos del llamado Segundo Imperio Mexicano, así como la influencia de la realeza europea en México. Nada más inquietante que la voz de una mujer de sangre azul que lo tuvo todo, que lo perdió y que no le queda más que contar:

“la historia trivial de mi locura y mi soledad, las memorias vacías de sesenta años de olvido, el oscuro diario de veintidós mil días que se transformaron en veintidós mil noches. Esa es la historia que a nadie le interesa.” (492)

Carlota está encerrada en el Castillo de Bouchout en Bélgica, 60 años después del fusilamiento de Maximiliano, el suyo es el discurso de la locura que, sin embargo, nos lleva por los lógicos rincones de este periodo en la historia de México. Paralelamente se presentan discursos de aquellos que de un modo u otro participaron en este conflicto: cartas, crónicas, narraciones en lugares y tiempos varios construyen el resto de la trama. Desde Napoleón III hasta Benito Juárez hacen su recuento aquí.

Mi madre, como muchas otras madres, me contaba cuentos para que me fuera a dormir; entre los cuentos clásicos y los cuentos que inventaba ella misma para convencerme de cerrar los ojos, mi madre se convirtió en mi Sherezada personal. Hice lo mismo con mi hijo. Digamos que en casa lo nuestro es ser cuentacuentos. Es tal vez por eso que este siguiente libro se volvió otro tesoro para mi madre. El vagón de las mujeres de Anita Nair no es otra cosa que lo que sucede cuando varias mujeres pasan horas y horas juntas: comienzan a hablar, comienzan a contarse sus historias.

El vagón de las mujeres de Anita Nair.

En este vagón seis mujeres comparten aquello que atraviesa sus vidas, el viaje físico se vuelve el viaje emocional cuando se logra la confidencia. Está por un lado Akhila, que a los cuarenta y tantos años decide huir de todo y comenzar una nueva vida; está Janaki, una madre que no sabe qué hacer, no sabe a dónde va ni de dónde viene; Margaret la única profesionista del grupo que, sin embargo, vive bajo el dominio de su esposo al igual que Prabha que nunca pudo siquiera poner un pie en la escuela; Sheela que con tan solo catorce años ya tiene una vida qué contar; y Marikolanthu que ha vivido lo que todas las demás. Pareciera que la premisa de Anita Nair es mostrarnos cómo el intercambio de historias cambia el rumbo de la propia, la unión de voces y anécdotas, el contraste entra la vida de una y otra hace que todas se vean a sí mismas de otra manera.

Uno de los personajes en El vagón de las mujeres dice que “Las mujeres recurrían a su madre cuando no les quedaba más a quien recurrir” (103). Yo coincido con ello y, aún más, creo que las mujeres recurren a sus historias –a escribirlas, a contarlas, a compartirlas– cuando no les queda más a qué recurrir. Lo supo Carlota, lo supieron los personajes de Anita Nair y lo sabe mi madre.