Buscando asilo político en E.U., se pasan tres meses encarceladas

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Salcedo de Arvilla muestra la forma I-94 con el registro de su arrivo a El Paso. (Photo credit: Marisol Muñoz)

Salcedo de Arvilla muestra la forma I-94 con el registro de su arrivo a El Paso. (Photo credit: Marisol Muñoz)

El PASO — Cuando Sylvia Salcedo de Arvilla sintió que su vida y la de su familia estaban en peligro, pidió asilo político en el cruce internacional sin pensarlo dos veces.

Ella había oído de varias personas que habían huido de México cruzando el puente y decidió seguir en sus pasos. Pero no esperaba que la trataran como un criminal.

“Nunca nos imaginamos que el proceso podía ser largo yo pensé que ese mismo día nos dejarían estar con el resto de la familia, pero no; esto duró tres meses”, dijo Salcedo de Arvilla.

Salcedo de Arvilla y su familia estaban bien establecidos en Ciudad Juárez ya que eran dueños de un par de tortillerías. Cuando comenzaron a ser blanco de extorsionadores, decidieron huir del país para estar a salvo de la violencia.

“Primero estaba la seguridad de mi familia y sobre todo de mi hijos. Mis dos hijos mayores son ciudadanos Americanos y mi esposo residente, así que se nos hizo fácil venirnos ya que solo mi hija menor y yo somos mexicanas”, dijo Salcedo de Arvilla.

Justo después de llegar al puente internacional, ella y su hija fueron llevadas a uno de los 55 centros de detención para inmigrantes de ICE en Texas.

De octubre de 2009 a enero del 2010, Salcedo de Arvilla, de 54 años, y su hija Adriana de 23, estuvieron recluidas en el centro de detención.

“Por un lado estaba aliviada por estar ahí, pero fue difícil porque pierdes tu privacidad. Mi hija cuando entramos me preguntaba si estábamos en la cárcel; era feo ver rejas que se abrían y se cerraban, pasillos largos y pensar que al no hablar inglés no te podrías comunicar con nadie”, dijo.

Aunque muchas personas son separadas dentro de los centros, Salcedo de Arvilla tuvo la suerte de estar en la misma sala con su hija. Más que preocuparse por si misma, ella temía por cómo le iría a su hija si fueran separadas.

“Tenía a mi hija conmigo pero ahí no nos permitían ni siquiera tocarnos; yo algunas veces veía a mi hija llorar y no la podía abrazar para consolarla. Eso casi partía mi corazón.”

Para Salcedo de Arvilla una de las cosas más difíciles era saber que tenía a una de sus hijas, la menor, pero sus otros dos hijos estaban afuera y sin ella. Salcedo de Arvilla dice que lo único que ella podía hacer era encomendárselos a Dios para sentir un poco de paz cuando pensaba en ellos.

“Aún recuerdo que enfrente de mi cama estaban una lavadora y secadora. Todas las noches cuando no podía dormir me ponía a contar todas las camas del cuarto”.

Según Salcedo de Arvilla, todo en el lugar era disciplina —a cierta hora comes, te bañas, duermes y te levantas— pero no era tan malo porque no se sufre de hambre ni de frio, unas de las mayores preocupaciones que tenían.

“En esas circunstancias solo te queda creer en Dios y en que él siempre tiene un propósito para nosotros; nunca te mandará algo que no puedas soportar”.

Salcedo de Arvilla y su hija recibieron asilo político, y ahora residen en El Paso con el resto de su familia. Aunque ellas solo estuvieron tres meses detenidas, para Salcedo de Arvilla esto fue una lección de vida.

“Fue triste pero estando ahí no te la pasas tan mal; haces amistad con personas que nunca pensaste. Al escuchar historias de otras personas realmente te das cuenta que a veces tu problema o situación no es nada comparada con las de otros”, dijo Salcedo de Arvilla.

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