50 LIBROS/ 50 BOOKS: Mujeres y sus historias
“One can forgive
but one should never forget.”
Marjane Satrapi
EL PASO – Hace unas semanas leía My Father’s Rifle de Hiner Saleem. Una hermosa-triste memoria de un chico que trata, junto con su familia, de sobrevivir en Kurdistán. El autor, sin grandes aspavientos literarios, muestra un franco y crudo relato de lo que es nacer, crecer, vivir e intentar huir de una civilización que unos y otros insisten en borrar.
La terminé y de pronto no quise otra cosa sino releer este otro libro que relata lo que es nacer, crecer, vivir y sobrevivir un golpe de estado, una revolución y un gobierno islámico extremista. Se trata de Persépolis de Marjane Satrapi, una novela gráfica que en blanco y negro dibuja los colores de la vida en Irán entre los años 70 y 90.
En Persépolis la autora detalla su infancia y adolescencia; esta es su vida durante la guerra entre Irán e Iraq. Nos acercamos a una pequeña que creció en un Irán occidentalizado y que de pronto tiene que enfrentarse, al igual que sus familiares y amigos, a los cambios suscitados en su nación a partir de la llamada Revolución Islámica. ¿Cómo se le explica a una niña de diez años—que antes podía andar en jeans y con el cabello suelto—que ahora tiene que cubrir su cuerpo con una túnica y utilizar un velo en la cabeza? Marjane no lo entiende.
Desde los curiosos ojos de Marjane observamos la opresión del Sha y sus consecuencias, así como el extremismo que el nuevo sistema habrá de traer. La niña escucha las conversaciones de adultos y, poco a poco se vuelve también confidente de su tío, un revolucionario que ha vuelto de Rusia tan solo para descubrir que la situación en Irán, tras la caída del Sha, es peor que antes.
Es precisamente su tío quien enseña a Marjane lo que está ocurriendo a su alrededor, es él quien va formando esa aguda mirada política que se topa con pared en la casa y en la escuela. Marjane es testigo de la desaparición de vecinos y amigos e, incluso, del encarcelamiento y asesinato de su tío.
Con trazos sencillos y líneas delgadas Satrapi retrata su vida de los ocho a los catorce años. Los juegos infantiles son invadidos por el miedo… el miedo, por otro lado, es enfrentado con la relación intrínseca con la abuela, la música de Michael Jackson primero y de Iron Maiden después. La inocencia de una niña es alterada por el estado de sitio que se vive en Teherán. Pienso en esa pequeña escena en que Marjane platica con una amiguita que le dice: “Mi papá está de viaje” y Marjane replica: “¿Qué no sabes que cuando te dicen que alguien está de viaje en realidad significa que está muerto?”
La autora explica que cuando se habla de Irán se utilizan siempre palabras como fundamentalismo, fanatismo y terrorismo, en Persépolis ella apuesta a mostrar otras palabras: unión, valentía, honestidad; ella desea hacer un homenaje a los que cayeron y a los que resistieron. Los dibujos de Satrapi son un intento de quitarse el velo.
El protagonista de My Father’s Rifle se ve obligado a abandonar lo que queda de su país en búsqueda de una mejor vida. Satrapi hace lo mismo. Me pregunto entonces cómo hacen para hacerse una mejor vida aquellos que en definitiva no pueden dejar sus circunstancias.