6. Varia imaginación de Sylvia Molloy

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Varia imaginación por Sylvia Molloy.

Varia imaginación por Sylvia Molloy.

¿Qué ocurre cuando el autor abre su vida y la exhibe? ¿Qué ocurre cuando no dice directamente ésta es su vida y sin embargo uno lo sospecha? Este es el caso de Varia imaginación (2003) de Sylvia Molloy. En esta obra la memoria actúa como disparador de la escritura y la autora se vuelve al anonimato toda vez que ficcionaliza su memoria.

Varia imaginación por Sylvia Molloy.

Varia imaginación por Sylvia Molloy.

El tema de lo autobiográfico es ya un tema presente en Molloy, tanto en En breve cárcel (1981) como en  El común olvido  (2002) destacan los tintes personales y la conciencia de su escritura. Es este el caso de Varia imaginación, en esta obra se observa un deseo de volver a esos momentos que fundamentan la vida y el relato de ésta. Familia, Viaje, Citas y Disrupción son las cuatro secciones de esta breve obra, cada una se compone de entre seis y ocho retratos alrededor de ese sorprendente asunto que es crecer. Un objeto, una frase, un personaje, un lugar, son convertidos en el punto de ignición de la narración, así ocurre en “Casa tomada” el primer relato:

En vísperas de partir para Buenos Aires, me llega la noticia de que la casa de mis padres ya no está (…) No queda claro qué es lo que dice Pablo, si la casa ha sido demolida para edificar algo nuevo en su lugar, o si la han reconstruido hasta volverla irreconocible. (Molloy 9).

No se intenta una descripción detallada, mucho menos un itinerario de vida, se trata de construir fragmentos, retazos que a la larga constituyen un todo. En estos textos hay anonimato, nunca se indica el nombre de la voz narrativa –y en tal sentido tampoco de los miembros de su familia–, tienen nombre, esos sí, aquello que le rodea: los espacios visitados, playas, calles, barrios. Desparece el yo –aunque se trate de su memoria– para que aparezca el qué. Momentos de la niñez y de la adolescencia se suman sin un orden cronológico, igual puede hablarse de la adolescencia y luego regresar a la infancia, y más adelante a algún punto de la edad adulta que puede ser seguido de nuevo por la infancia. Es imposible saber a ciencia cierta a qué edad exactamente ocurrió una cosa u otra, lo que importa aquí no es el cuándo o el  por qué sino el qué de la narración en sí:

Recuerdo estas palabras de mi infancia, en tardes en que hacía los deberes y escuchaba hablar a mi madre y a mi tía que cosían en el cuarto contiguo. Reproduzco este desorden costurero en su memoria. (Molloy 22).

El planteamiento de Molloy es que la autobiografía no depende de los sucesos, sino de su articulación, de su lenguaje. Ocurre así en “Schnittlauch”:

Los recuerdos de los años cuarenta, de los comienzos de los años cuarenta, me asaltan a veces con la fuerza de los miedos mal resueltos, esos que dejan una marca en el cuerpo, un temblor. A la inseguridad general de la infancia se agrega otra, difícil de definir. (23)

Es el lenguaje lo que edifique el recuerdo, lo reconstruye hasta volverlo reconocible. Ocurre así en “Homenaje” donde Molloy hace un listado de palabras relacionadas con la costura para, así, revisitar esta experiencia a través del lenguaje de esta experiencia:

Canesú, rangland, manga japonesa, canotier, talle princesa, traje trotteur, pollera plissée, pollera tableada, pollera plato, pollera tubo, un tablón, una bocamanga, un pespunte, un añadido, una pinza, una presilla, un hilván, las hombreras, ribetear, enhebrar, una pestaña, vainilla, punto yerba, un festón. La sisa, la hechura. (Molloy 21-22).

En Varia imaginación sobresale la brevedad, los recuerdos se vuelven puntas de iceberg que esconden un mundo entero bajo el agua, los recuerdos son ruinas, reliquias, momentos últimos, punto de partida y punto final que “asaltan a veces con la fuerza de los miedos mal resueltos, esos que dejan una marca en el cuerpo, como un temblor.” (Molloy 23).

Sylvia Molloy construye la enormidad de la vida –del pasado, del presente– de una manera sutil pareciera que esa fuera la única forma narrativa posible para trazar el recorrido de la memoria. Vuelvo a mi primer pregunta: ¿qué ocurre cuando el autor abre su vida y la exhibe? Pues uno, el lector, se pone a pensar en su propia vida, ya no para exhibirla sino para revivirla, un cerrar de ojos y la infancia, la adolescencia, la vida toda está aquí.

Molloy, Sylvia. Varia imaginación. Argentina: Beatriz Viterbo Editora, 2003.

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