50 LIBROS/ 50 BOOKS: Mujeres y sus historias.
Dicen que hay que narrar de lo que se sabe y que la familia es un buen inicio, sin embargo… ¿Qué ocurre cuando de la familia no se sabe nada? La premisa de Lolita Bosch (Barcelona, 1970) en La familia de mi padre es, precisamente, reconstruir lo que se ignora: el árbol genealógico familiar.
En primera instancia puede pensarse que este libro es una autobiografía, pero he aquí el primer desconcierto: se subtitula, Una novela. ¿Es memoria o es ficción? Una mirada a los primeros capítulos lleva al lector al segundo desconcierto, aquí hay fotografías, documentos personales, narraciones íntimas… es decir, sí es una narración personal. Más aún: entre los documentos y citas se hace referencia a libros de historia resaltando aquellos relacionados con Barcelona, Bosch traza la geografía de una ciudad y de un tiempo, la ciudad se vuelve un tema que la autora visita desde el siglo XIX hasta el XXI, ¿es este un libro de historia? La respuesta es sencilla: también lo es. La autora nació en una historia y por eso la relata.
Yo no nací en un lugar sino en una historia.
Eso pensé el otoño pasado cuando me cité con una joven historiadora a la que nunca había visto para que me hablara de mi tatarabuelo. Casi doscientos años después. A pesar que yo hubiera querido comenzar o terminar este relato mucho antes, el domingo 20 de julio de 1969, en el momento exacto en que Neil Armstrong puso el pie izquierdo sobre la superficie de la luna… (33)
La familia de mi padre. Una novela es un acto de construcción y reconstrucción partiendo del diálogo entre memoria, ficción e historia. La protagonista que es la autora y también la narradora dice una y otra vez que ella no nació “en un lugar sino en una historia” (13). Lo repite cada tantas páginas, de tanto decirlo y de tanto llevar al lector entre facsímiles, citas de libros, recibos, fotos, fragmentos de periódicos, el lector comienza a creerlo. Esta es la memoria de una familia, es la memoria de una ciudad, es la memoria de un tiempo, de muchos tiempos. Todo al mismo tiempo:
Luego, ahora cuando la historia deja de ser una selección de datos contados por gente ajena y se me acerca peligrosamente el pasado, yo comienzo a recordar las cosas que cuento y el tono de esta novela se está volviendo más íntimo. Inevitablemente. En un recorrido histórico y geográfico que empieza lejos y termina en mí. Así: (167)
El lector no llega a una novela sino a su proceso de creación, he aquí el tercer desconcierto: Llegar a La familia de mi padre. Una novela no es llegar a una novela, es llegar a una novela que está siendo escrita, se escribe justo mientras se lee. El libro avanza al ritmo en que la autora encuentra nuevos datos, nuevos documentos, despierta recuerdos, habla con familiares e historiadores, cita cartas, testimonios, analiza fotos. Hay, pues, una suerte de espontaneidad en la forma. La autora, para describir su obra, habla de ella como si se tratara de una caja de madera en la que coloca uno a uno los objetos que encuentra a su paso y que va narrando, así lo repite al inicio de cada capítulo:
Este libro es una caja de madera verde, tierna (…) Un momento encerrado que quisiéramos que permaneciera eterno. Hecho. Este libro es la narración lejana de la que nació mi padre. Un mundo que me mantiene inmersa en un pasado que invento. Una narración que palpita. Triste. (145)
Presenciamos un concierto de géneros literarios y no literarios; si el fluir de la conciencia en las novelas de Virginia Wolf o de James Joyce buscaban imitar la forma en que trabaja la mente del ser humano, ese zigzagueo constante entre una idea y otra, un tiempo y otro, Lolita Bosch devela la forma en que trabaja la mente del escritor, el zigzagueo, la repetición, la duda, la contradicción, la corrección están a lo largo de las páginas: “Y justo ahora, cuando corrijo por primera vez este parte del libro, escribo algo que en la primera versión no estaba…” (133)
Este, pues no sólo es un libro de una familia, ni el testimonio de una hija huérfana, este es un libro sobre la escritura, se busca aquí un consuelo que de antemano se sabe que no va a encontrar. Bosch crea una novela “en la que no todo es cierto y no todo es inventado” (212) que muestra que “el pasado sólo es este espacio detenido, precioso, aislado en medio de una narración” (265). Existe en la autora la certeza de que este ejercicio surge por el deseo de recuperar al padre, es esta la única manera de estar cerca de él pero existe tambien la certeza de que una vez acabado el libro ni se está más cerca de él ni se ha enterrado del todo. Esa, la trampa de toda literatura.
Decía Tolstoi que es imposible contar la historia del mundo pero que contar la historia de un pueblo o de una familia es contar la historia del mundo. Lolita Bosch entiende esto y al contar la historia de la familia de su padre, cuenta la historia de todas las familias, de todos los padres.
Bosch, Lolita. La familia de mi padre. Una novela. Barcelona: Anagrama, 2008.