Reies López Tijerina – El Rey Tigre del Movimiento Chicano sigue rugiendo

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Reies López Tijerina, el Rey Tigre. (Cortesía de Reies López Tijerina)

Reies López Tijerina, el Rey Tigre. (Cortesía de Reies López Tijerina)

EL PASO – La barba blanca y tupida oculta la boca del hombre mientras las anécdotas comienzan a fluir sin orden alguno. Fue pastor de varias iglesias, víctima de cuatro atentados de bomba, fundó su propia comunidad, estuvo preso, lo amenazaron de muerte, se defendió a si mismo en corte, viajó a España, México y a Jerusalén, y por su fiereza, le apodan el Rey Tigre.

Con cada anécdota, Reies López Tijerina sonríe y sus ojos brillan. Hace ademanes con sus manos, firmes pese a sus recién cumplidos 85 años de edad, y se acomoda la barba. “Uff, las cosas que he vivido, hermano… lo que han visto estos ojos”, dice de vez en cuando.  El Rey Tigre, sigue rugiendo.

El hombre habla más animado por las mañanas, cuando su cuerpo no está tan cansado y se siente mejor. Desde hace algunos años su salud se ha deteriorado, y cuando le falta el aire utiliza un tanque de oxígeno para respirar. Aunque su corazón esté cansado de tanta vida, la mente del hombre sigue más afilada que nunca. “A veces se me olvidan las fechas y los nombres de unas personas”, asegura, pero al iniciar una conversación sobre cualquier tema sorprende por la cantidad de detalles, días, y descripciones de personas que incluye en sus anécdotas.

Reies López Tijerina, el Rey Tigre. (Cortesía de Reies López Tijerina)

Reies López Tijerina, el Rey Tigre. (Cortesía de Reies López Tijerina)

Platicar con López Tijerina es como abrir una enciclopedia y viajar por 60 años de activismo, investigación y lucha (sobre todo lucha). Y es que, a diferencia de otros activistas chicanos, el hombre utilizó estrategias más radicales para cumplir sus objetivos, y su actividad política no fue del todo pacífica. El hombre tomó como meta personal defender las tierras de cientos de familias de origen Mexicano en el Suroeste de los Estados Unidos, esto durante las décadas de los 60 y 70.

Sin titubear al recordar fechas y lugares, explicó que tras el fin de la guerra entre México y Estados Unidos en 1848, los territorios de la Alta California y Nuevo México fueron entregados a este último país con el Tratado de Guadalupe Hidalgo. Y  aunque en el tratado se aseguraba que los dueños de las tierras conservarían sus predios, durante las siguientes décadas les fueron arrebatados a la fuerza y mediante recursos legales complicados y engañosos.

Tijerina se dio a la tarea de revertir eso y viajó a México y a España para obtener los documentos que acreditaran la posesión de esas tierras a sus originales ocupantes o a sus descendientes. Y armado con lo estipulado en el Tratado de Guadalupe Hidalgo, que aseguraba que después de la guerra las propiedades serían respetadas, se enfrentó legalmente a los grupos más poderosos del Norte de Nuevo México.

“Si sabía que algo estaba mal no me iba a quedar callado, no señor, aunque me amenazaran y no les gustara lo que estaba haciendo”, explica desde un pequeño departamento en el Centro de El Paso, lugar donde vive con su esposa desde hace varios años. “Tuve muchos enemigos, me pusieron bombas en mi casa, quemaron mi biblioteca, abusaron de mi familia, pero la gente me apoyó y yo luché por cumplir mi misión”.

Considerado junto con  César Chávez, Rodolfo “Corky” Gonzalez y José Ángel Gutiérrez como uno de los cuatro jinetes del Movimiento Chicano del siglo pasado, Lopez Tijerina alcanzó una reputación diferente a la de los otros líderes.

“Todos ellos, incluido Lopez Tijerina, tienen en común que eran líderes muy carismáticos”, explicó el Dr. Dennis Bixler-Márquez, director del programa de Estudios Chicanos de UTEP. “Pero a ninguno de los otros tres les sucede lo que le pasa a Lopez Tijerina, porque su militancia lo lleva a quebrantar la ley y su vida personal… no se si su espíritu se vio quebrantado, pero sufrió bastante”.

“Mucha gente de Texas, California y Nuevo México perdieron negocios, terrenos y propiedades, algunos por no conocer las leyes y otros porque se aprovecharon de ellos. Pero López Tijerina identifica esa tendencia y se vuelve líder para frenarla”, agregó Bixler-Márquez.

En cuestión de años, López Tijerina pasó de ser un pastor y predicador cristiano a un prominente líder social. Logró que cientos se organizaran y manifestaran, y en 1963 fundó La Alianza, una grupo que organizaría y presentaría a los herederos de las concesiones de tierra protegidas por el Tratado de Guadalupe Hidalgo el medio para recuperar sus derechos sobre esos terrenos. En un año se habían unido seis mil personas. En 1965 eran 14,000 los Aliancistas, y en la convención que tuvieron el siguiente año las filas de la organización contaban con 20 ,000 personas.

“Enviamos cartas a los gobiernos de Estados Unidos y México para que respetaran ese tratado, hicimos manifestaciones, exigimos lo que nos pertenecía”, dice el hombre, con un aparente cansancio en su voz pero con la misma chispa en sus ojos que lo identificó por décadas. “Pero ya para ese entonces habían muchos intereses contra nosotros”.

Aunque son incontables los sucesos que Tijerina y La Alianza experimentaron durante esos años, el hecho que atrajo todos los reflectores del país al movimiento ocurrió en 1967, en Tierra Amarilla, Nuevo México. El hombre recuerda el 3 de junio “como si acabara de pasar”.

Ese día convocó a sus seguidores a una reunión en el pueblo de Coyote, Nuevo México. El Procurador del Distrito Alfonso Chávez ordenó a la policía interrumpir la reunión al considerar que La Alianza y los simpatizantes de López Tijerina estaban siendo influenciados por ‘comunistas’ y ‘agitadores’, por lo que las calles fueron cerradas por la policía estatal y hubo un encontronazo entre los manifestantes y las autoridades.

López Tijerina y algunos de sus partidarios lograron evitar ser aprehendidos, pero otros 11 fueron detenidos y el líder condenó el hecho como un arresto ilegal. Siempre al pendiente de lo que le ocurría a sus hombres, envió a un espía a vigilar la corte donde iban a juzgar a los detenidos y dos días después, el 5 de Junio, lideró un grupo armado y tomó la corte del Condado de Río Arriba, en Tierra Amarilla, Nuevo México. Su intención era liberar a sus hombres y realizar un arresto ciudadano en contra del procurador Chávez por “violar el derecho de La Alianza a reunirse pacíficamente”, un acto protegido por la primera enmienda. Pero la toma de la Corte se les salió de las manos.

“Llegamos en camiones, armados, y primero entraron mi hija, su novio y Juan. Había un guardia en la entrada y ahí comenzó todo. Juan le dijo ‘Dame tu arma’, pero el guardia la sacó muy rápido y este hombre le disparó”, cuenta López Tijerina con gestos, golpes de mano y exclamaciones, como si estuviera presenciando en ese momento el caos. Después de ese disparo, entraro más hombres y el asunto se salió de control. Chávez no se encontraba en la corte, y el grupo tomó a dos rehenes y huyó a las montañas. En cuestión de minutos las autoridades estatales se enteraron del hecho, al que tomaron como un intento de apoderarse del pueblo, y el Gobernador envió a la Guardia Nacional a buscar a los líderes de La Alianza. El operativo captó la atención de todo el país, y para cuando López Tijerina salió del bosque y se fue a entregar por su propio pie, el hombre había adquirido una fama inesperada y 54 cargos criminales le esperaban. La mayoría le fueron retirados en el juicio. Con las garras afiladas, el Rey Tigre se defendió a sí mismo en Corte.

“Lástima que sufrió mucho”, dijo el Dr. Bixler-Márquez. “Pero la nueva generación de activistas tiene una deuda con Reies Tijerina, proque sirvió de modelo. Su legado, aparte de crear esa vertiente del movimiento chicano, fue la de concientizar a la poblacion de ambos lados de la frontera sobre cómo se había tratado a la poblacion de esta zona desde la guerra”.

El académico explicó que La Alianza sirvió de modelo a otras comunidades, y que actualmente hay varias familias en Texas que se han juntado para levantar demandas y recuperar terrenos en situaciones similares. “El percatarse de las circunstancias y luchar para poder recuperar sus bienes y su patrimonio, ese es el legado que le deja Reies López Tijerina a muchas familias del suroeste y al resto de la poblacion”.

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