EL PASO, Texas – En el corazón del centro de la ciudad se encuentra localizado el Segundo Barrio cual históricamente ha sido un lugar donde los migrantes llegan. La La iglesia del Sagrado Corazón se ha convertido en un santuario para aquellos que cruzan la frontera desde Ciudad Juárez, Mexico.
Alberga temporalmente a aquellos que buscan comida, refugio y un techo para dormir. La mayoría de los migrantes provienen de Venezuela y han creado comunidad en un nuevo país. Muchos refieren ayudar en lo posible a sus compatriotas en las labores del albergue.
La cocina del albergue funciona por tres turnos uno matutino, vespertino y nocturno. En ella se organizan los voluntarios para preparar los alimentos. Ali Perez, Luis Henrique, Jailander Rosales, Yeraldina Moschiano forman el equipo de migrantes Venezolanos encargados de cocinar. Entre ellos se encuentra Mariana Reynoso originaria de Guanajuato, México. “Yo me siento como en familia con ellos, tú sabes bien como es la persona, la mayoría, yo sé que no todos son iguales pero estoy muy orgullosa porque aquí Dios me da hijos, hermanas, hermanitos” dice Reynoso.
“Jailander” Rosales, derecha, junto a Ali Pérez, al centro, y Mariana Reynoso, a la izquierda, preparan los alimentos que serán recibidos por los inmigrantes a las afueras de la cocina en una de las puertas principales. Lamentablemente para Mariana Reynoso, su equipo en la cocina no es permanente, aquellos que la acompañaron por estas semanas eventualmente salen de El Paso a seguir su camino.
[/caption]Ali Pérez, a la derecha, junto a Luis Henrique, al centro y Brian Ponzio, derecha, se encargan de repartir la comida cocinada a los migrantes en una de las puertas principales del refugio. Muchos hacen filas en la parte trasera de la iglesia, esperando con ansias su comida la cual en el turno matutino el almuerzo consistía de carne molida, granos, verduras y tostadas. Familias, niños, hombres y mujeres solteros aguardan por su ración en el duro calor de la ciudad.
Comida siendo servida por “Jailander” Rosales para el turno matutino dentro del refugio.
Para llegar a El Paso, los voluntarios de la cocina la tuvieron muy difícil y muchos de ellos tienen historias que compiten con las mismas que escribiría Miguel de Cervantes o Gabriel García Márquez.
Luis Henrique salió de Venezuela para buscar una mejor vida, cuenta que en su país ya no hay dinero para comer al día; “tenía una moto y la tuve que vender. No me alcanzó para nada. Salió de su país para buscar oportunidad y sostener a su familia. “Tuve que dejar a mi esposa embarazada”.
Lo difícil del viaje para él lo vivió en México donde dice que el crimen organizado lo extorsionaba constantemente. “Te quitan lo poco que tienes y te dejan sin nada”. El y “Jailander” Rosales fueron los únicos de un grupo de seis en lograr llegar a Estados Unidos, no han sabido qué fue de los demás
Yeraldina Moschiano quien en el turno matutino se encarga de limpiar los platos estudió una maestría en educación inicial, una carrera en la que se tratan niños neonatos donde se les enseñan a desarrollar sus habilidades cognitivas, además los días sábados pertenece al cuerpo de bomberos con la función de paramédica los cuales son voluntarios. Igualmente, salió de su país en busca de oportunidad pero rectifica que muchos de los venezolanos son gente preparada y con estudios.
En el albergue no todo es tristeza, la cocina muestra una cara alegre a situaciones complicadas. Mariana Reynoso reacciona con felicidad al enterarse que la comida del turno se ha acabado completamente. “Aquí dentro de la cocina están los trabajadores, los que quieren salir adelante,” dijo Reynoso.
Como si se tratase de una metáfora de fe y esperanza la Virgen de Guadalupe posa enfrente de los medicamentos a los que tienen acceso en el refugio. Estos son administrados por el staff de voluntarios, siendo uno de estos Brian Ponzio.