Los populares mercados de segundas de Juarez se resisten a desaparecer

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Bertha Heleno Villa, de 81 años, afirma tener aproximadamente 44 años vendiendo en las segundas que circundan la iglesia San Pedro y San Pablo.

Cd. JUAREZ — Muchos sitios son icónicos aquí prácticamente por decreto como el Bar Kentucky, la Catedral de Guadalupe, el parque de El Chamizal, pero entre estos hay un ícono algo olvidado– los mercados de segundas de la ciudad.

Desde los que van emergiendo con el tiempo y luego desaparecen hasta los que tienen más de cuarenta años, los mercados de segundas son sitios de comercio informal que por diversas causas se resisten a desparecer.

Varios de estos mercados populares se encuentran próximos a puntos de cruce y denso tráfico o bien en las inmediaciones de espacios de reunión, como el situado a un costado de la iglesia San Pedro Y San Pablo, o dentro de los mismísimos -y tradicionales- Herrajeros.

Los hay de todos tamaños y últimamente han empezado a florecer en las proximidades de zonas habitacionales clasemedieras.

Miguel Ángel Chávez Díaz de León, escritor juarense, ya ha hablado de los tesoros que se pueden encontrar en los mercadillos.  Él, de joven, asegura haber encontrado litografías originales de Salvador Dalí.

Además de arte se pueden encontrar artículos de primera necesidad a precios económicos.

Rafael Martínez lleva más de ocho años vendiendo cosas nuevas y usadas en varios mercados de segunda de la ciudad.

Rafael Martínez lleva más de ocho años vendiendo cosas nuevas y usadas en varios mercados de segunda de la ciudad.

Ver más allá de la superficie.

Los compradores que acuden a estos mercados sólo ven las cosas desde fuera, en tanto que los vendedores, que son el motor de estos mercadillos, tienen su propia perspectiva.

Rafael Martínez lleva más de ocho años vendiendo cosas nuevas y usadas en varios mercados de segunda de la ciudad. Él tiene un trabajo de medio tiempo en El Paso, Texas, en una empresa de limpieza, pero en sus días libres va y vende.

¿Por qué lo hace?   Martínez señala que no es por entretenimiento, sino porque el dinero escasea y él, como muchas otras personas en la ciudad, busca la manera de salir adelante y vivir mejor.

Pero aún se ve sólo la superficie. En la ciudad hay 119 mercadillos establecidos y registrados de manera formal ante la Dirección de Comercio Municipal, según datos dados por Ramón López López, titular de esa dirección.

El precio por un permiso de mercado tiene un costo de 336.45 pesos, mismo que debe de renovarse cada doce meses.

Entonces la Dirección de Comercio obtiene, solo del “mercado informal”, 40 mil 037 pesos.

Pero, ¿es este acaso el verdadero negocio? Es de dudarse.

Quizá los mayores beneficiarios de estos mercados sean los líderes de las segundas, quienes ejercen un cacicazgo.

Aquí la cuota se vuelve un poco más libre, ya que el derecho por ponerse a vender en un mercadillo por un lapso aproximado de cinco horas, va desde los 5 hasta los 100 pesos.

Así tenemos que en un mercadillo donde se cobran veinte pesos y hay más de 50 puestos, el líder gana, sólo en un par de horas, 1 mil pesos, casi cuatro veces su inversión inicial anual.

Varios de estos mercados populares se encuentran próximos a puntos de cruce y denso tráfico o bien en las inmediaciones de espacios de reunión, como el situado a un costado de la iglesia San Pedro Y San Pablo

Varios de estos mercados populares se encuentran próximos a puntos de cruce y denso tráfico o bien en las inmediaciones de espacios de reunión, como el situado a un costado de la iglesia San Pedro Y San Pablo

¿Segundas? ¿Qué es eso?

En realidad parece ser que nadie se preocupa por las segundas.

El Instituto Municipal de Investigación y Planeación, IMIP, entidad asesora del gobierno municipal en materia de desarrollo urbano, entre otras funciones, no ha generado un  artículo o investigación que aborde a fondo este tema y los efectos que tiene en la ciudad.

El Plan Maestro del Desarrollo Urbano del Centro Histórico, elaborado por el IMIP, sólo cita de manera escueta y superficial la existencia de estos lugares, no obstante a que en la Zona Centro hay varios mercadillos de este tipo.

No hay pues, una genealogía y seguimiento oficial de las segundas en esta ciudad, lo que habla de un desinterés en analizar e investigar esta parte histórica de la ciudad.

Lo primero que se podría hacer sería estar familiarizado en torno a este tipo de estructuras de venta y comercio.

Una segunda es un mercado informal donde la gente compra objetos usados, de segunda mano, aunque en ocasiones también hay a la venta objetos nuevos.

Alma Cecilia Ángeles Balcázar, en su investigación “Un acercamiento a la frontera Ciudad Juárez-El Paso”’, las define como “una especie de mercados o tianguis en los que el proceso de venta-consumo es peculiar. Allí se encuentra de todo: aparatos electrónicos, muebles de oficina y casa, juguetes, ropa, calzado y un sinfín de productos que llegan de la ciudad vecina, El Paso.”

Estar en frontera facilita que en Juárez se vendan mercancías a precios más accesibles que en otras partes del país.

Muchos de los segunderos adquieren los artículos que venden en las “ventas de garage (garage sales)” que se organizan, por lo general los sábados, en varios sectores de El Paso; así los artículos de las segundas de Juárez son, realmente, de tercera mano.

Esto lo menciona Bertha Martínez, hermana de Rafael. Ella cuenta que unas vecinas suyas le mencionaron que era buen negocio ir y comprar artículos en las ventas de garage de El Paso para luego revenderlos en Juárez.  Así comienza “la aventura” para Bertha.


Segundero, no minutero.

Las segundas en Ciudad Juárez las crean las personas. No se hacen solas. Tampoco surgen de la noche a la mañana ni por arte de magia. Es un proceso que en algunos casos lleva años en concretarse.

MercadosDeSegundas_BerthaHelenoBertha Heleno Villa, de 81 años, afirma tener aproximadamente 44 años (más de la mitad de su vida) vendiendo en las segundas que circundan la iglesia San Pedro y San Pablo.

Como el grueso poblacional en esas segundas, ella tiene un permiso para vender concedido por la Dirección de Comercio Municipal.

“Yo pago la mitad”, dice.  Con el descuento de la credencial del INSEN, termina pagando 168.22 pesos.

Vende en dos lugares: los domingos en la segunda de San Pedro y San Pablo y, el resto de la semana, por las noches vende en el mercadillo instalado en la Zona Centro, conocido como Ferrocarril.

Cuenta que había uno que otro (puesto de ventas) sobre la San Pedro y San Pablo. Le tocó comenzar cuando a ese sitio sólo acudían  menos de cinco vendedores. Así empiezan las segundas; de lo mínimo comienzan todas las odiseas.

¿Cuánto gana? En el pasado ganó lo suficiente para hacer que sus seis hijos lograran terminar la universidad, expresa con orgullo.

De hecho esa fue la motivación de Bertha.  Una vez que sus hijos comenzaron la universidad ella tuvo que comenzar a trabajar, así que decidió vender en la segundas.

Ahora la ganancia varía; a veces y no llegan ni a los 150 pesos.

Entre lo que Bertha vende se encuentran muchos artículos nuevos como calcetines, ropa interior, sodas, chocolates y medias. Estos productos los trae de las tiendas al mayoreo de El Paso.

El problema, dice, es traer la mercancía a Juárez.  Como todos, lo hace a cuenta gotas. “Como hormiga, de tres o cuatro cositas”.

A sus 81 años, asegura que no necesita de la venta en los mercadillos para poder vivir ya que sus hijos la mantienen.  Pero lo sigue haciendo porque prefiere hacer algo todos los días que estar sin hacer nada en casa. Sus hijos la llevan y la traen.

Cuarenta y cuatro años en este negocio parecen ser muchos.  Y aunque lo sean, hay quienes no planean estar tanto tiempo en las segundas.

Es el caso de Rafael Martínez, de 35 años, quien comenzó en 2005 porque se quedó sin trabajo.  “Es algo práctico y fácil”, pensó.

Inició vendiendo juguetes, ropa, “chácharas”.  Al poco tiempo comenzó a vender incienso, un producto que compra vía Internet y que en aquel tiempo era novedoso.

Un amigo fue el que le habló sobre la venta de incienso, lo que le atrajo porque se invierte poco a cambio de un 500 por ciento de ganancia.

Cómo la gran mayoría de los segunderos, él tiene problemas al pasar su mercancía. Cuenta que, por 8 cajas de incienso (cada caja contiene 25 cajitas) tiene que pagar 15 dólares de impuesto.

Después de aquella vez no ha vuelto a pagar por cruzar el incienso: al igual que Bertha Heleno, Rafael lo pasa de “hormiga”, poco a poquito y a escondidas.

Rafael no tiene permiso. A él le prestan un espacio específico; la prestamista es quien tiene el permiso y lo renueva año con año, pero le permite a Rafael que venda en ese espacio.

A Rafael le parece caro el permiso.  “Cuando no hay venta uno dice, híjole ¿cómo pago un permiso?”.

Diariamente obtiene ganancias entre 200 y 700 pesos, pero ha habido días en que solamente obtiene 50 pesos.

Cuenta que conoce vendedores que, en días muy malos, venden menos de lo que pagan por el lugar.

Últimamente no ha tenido muy buenas ventas pero, por el momento, no pierde la esperanza.

“Ahí viene la buena”, señala en referencia a la temporada navideña, la cual es una de las que más ganancias deja, dice.

A Rafael no le parece correcto el cobro que por derecho de piso se exige en las segundas.  Él ha llegado a pagar hasta 50 pesos por un espacio en las segundas “Parajes del Sol” y lo menos han sido cinco pesos en algún mercadillo desapercibido.

No le entusiasma la idea de dejar su trabajo de medio tiempo para dedicarse exclusivamente a las segundas.  El año que viene referiría retirarse de ese ambiente. Y es que estar a la intemperie no es la mejor experiencia.  “Si no es el aire es el agua, la nieve, la tierra, el sol o el frío y al final se echa a perder la mercancía”.

La hermana de Rafael, Bertha Martínez, comenzó junto con él en las segundas.

Ahora ambos venden juntos en diferentes puntos de la ciudad. Ella asegura que el negocio está en tener un puesto de segunda, no en vender en ellos.  Aún así no muestra demasiado interés en tener uno.

Formalmente informal.

Si bien esta rama de los negocios son llamados “informales”, son lo más alejado de esa definición. Casi como en el mercado formal, en las segundas la tramitología y los requisitos para poder manejar y administrar un mercadillo ambulante no son del todo sencillos.

Y así como hay requisitos hay precios.  Por un mercado ambulante que sólo se instala un día sólo se le cobra 336.45 pesos. Este permiso debe renovarse cada año.

Entre los requisitos para sacar este tipo de permisos está tener el permiso de la Dirección de Tránsito para cerrar la calle, si es el caso, determinados días; y la anuencia vecinal, es decir, por lo menos las firmas de cuatro vecinos que estén a favor de que se instale el mercadillo.  Los vendedores también requieren constituirse como una Asociación Civil.

También existen una serie de calles y sectores en los que está prohibido poner un mercadillo.  El resto de Juárez es, al parecer, zona libre.

Ramón López López, director de Comercio, menciona que entre las arterias restringidas a las segundas se encuentra la Avenida 16 de Septiembre, Paseo Triunfo De La República, Manuel Gómez Morín y Valentín Fuentes, por citar algunas.

El cobro que cada líder hace en el mercadillo que regenta es completamente autónomo y la Dirección de Comercio no regula esa acción.

El funcionario explica que la tarifa que se cobra es un acuerdo al que llegan exclusivamente vendedores y líderes, algo que es completamente ajeno a la dirección.  De ahí que los cobros sean tan variados, desde los cinco a hasta los 100 pesos.

La Dirección de Comercio solamente expiden ellos los permisos, sostiene.

López López resalta que órdenes del presidente municipal, Enrique Serrano, en su administración no se otorgarán más permisos para la operación de mercadillos de este tipo, y en cambio se buscará que se concentren en puntos específicos.

Si esta orden no es contradicha, la administración municipal, en teoría sólo tendría en operación 119 mercados de este tipo.

Todos compran

Bertha Martínez tiene un dicho cuando las ventas no son las esperadas: a veces llegan a las segundas “puro de Villa Ahumada, porque ven, y no compran nada”.

Como en todo negocio hay temporadas buenas y temporadas malas. Rafael Martínez dice que la mejor temporada, la navideña, se aproxima.  Con ahorros y aguinaldos en mano, la gente se vuelve más desprendida.  El espíritu de la Navidad se apodera de ellos, dice.

La temporada mala es “la cuesta de enero”, ya que, después de tanto gasto, lo último que quiere la gente es comprar cosas de segunda.

Otra temporada de ventas bajas es cuando el mal clima azota la ciudad.  Si hay mucho calor no hay venta, igual con el frío, si hay lluvia no se pueden poner, tampoco si hay vientos fuertes. Es raro que una ciudad tan extremosa albergue tantos mercadillos al aire libre.

Ramón López López, Director de Comercio

Ramón López López, Director de Comercio

Según Ramón López López, el norponiente de la ciudad, es una de las zonas marginales que más mercadillos tiene. Este tipo de comercios se concentran en las orillas de la ciudad y su florecimiento está correlacionado con el nivel de ingresos de los habitantes de estas zonas.

El Plan Parcial de Desarrollo Urbano del Norponiente de Ciudad Juárez advierte la falta de preparatorias en el sector, lo que en muchos casos obliga a los jóvenes a truncar su educación y a integrarse pronto a la vida laboral, lo que de paso les impide acceder a mejores salarios.

Esto se relaciona de cierta manera con las segundas, ya que para este sector de la ciudad, los precios bajos en mercancías de primera necesidad, como la ropa, son indispensables en el proceso de la oferta y la demanda.

¿Dónde está el dinero?

¿Entonces, cuál es el verdadero negocio en las segundas? Haciendo cuentas, la Dirección de Comercio gana anualmente, tan sólo con el negocio de los mercadillos (sin contar los permisos especiales, los de ambulantes, etcétera), 40 mil 037 pesos, lo que equivale aproximadamente a ingresos mensuales por 3 mil 336.42 pesos, o, lo que es lo mismo, 111 pesos diarios.

En contraste a las ganancias que genera para la administración de esos mercados, si se considera la instalación de un mercadillo, como podría ser el de “Parajes del Sur”, uno de los más grandes de la ciudad, con más de 300 puestos, y que a cada vendedor se le cobran 50 pesos diarios por derecho de piso, un solo día representa 15 mil pesos como ganancia para un líder.

Si estas segundas están abiertas cuatro días a la semana, de jueves a domingo, esta cifra diaria asciende a 60 mil pesos, lo que representa 24 mil al mes y 2 millones 880 mil pesos al año, suma que resulta abismal en comparación a los 40 mil pesos de ingreso que representa para las arcas del Municipio.

Las ganancias que genera un mercado informal para los líderes de estos espacios se pueden poner más en perspectiva.

Una senador en México gana al año 1 millón 459 mil 200 pesos; un diputado federal, 904 mil 548 pesos, el titular del Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa gana 2 millones 457 mil 288 pesos, y un ex ministro de la Suprema Corte de Justicia, 3 millones 142 mil 896.

Comparar los sueldos de altos funcionarios públicos con el de un líder de una segunda de Ciudad Juárez resulta más allá de lo irreal.

Ahí es donde aparece el verdadero negocio de las segundas. El dinero, en este caso millones (hablando solamente de un mercadillo), es lo que permite que está informalidad persista.

Siguen y seguirán.

Rafael Martínez planea dejar las segundas, poner un negocio propio, dejarse del sol, el polvo, el frío y el calor; de preocuparse por vender para la cuota y para las deudas, él sabe que de la venta no se vive.

“Si dependes de ahí para pagar lo que debes, pagar tu casa o cosas así, no se puede”, lamenta.

Si bien el negocio de las segundas le ayudó a sacar a sus hijos adelante, por su parte, la señora Bertha Heleno parece no pensar tanto en el futuro.  Actualmente para ella es sólo un pasatiempo ya que si un día deja de hacerlo no pasa nada.

Mientras tanto, las dudas sobre el enriquecimiento, control y auditoría hacia los líderes y nuevos caciques que administran estos mercados informales siguen sin aclararse.  Nadie parece estar interesado.

César Iván Graciano Martínez nació en Ciudad Juárez. Estudia el sexto semestre de la Licenciatura en Periodismo en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ).

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