Nota del editor – En el 2011, un grupo de narcotraficantes en el estado de Chihuahua comenzó a extorsionar a Carlos Gutiérrez por la cantidad mensual de 10 mil dólares. Al verse incapaz de cumplir, Gutiérrez fue atacado. El 30 de septiembre del mismo año, hombres armados le laceraron ambas piernas dejándolo por muerto. Gutiérrez junto con otros individuos que, al igual que él buscan refugio, forman parte del grupo “Mexicanos en Exilio” han organizado un recorrido en bicicleta desde El Paso hasta Austin en contra de la violencia y la corrupción en México con el propósito no solo de educar al pueblo norteamericano, si no también de educar a los líderes políticos.
El timbre del teléfono nos despierta a las 6 de la mañana, sacándonos de camas calientes que aun no queremos dejar. Era la prensa queriendo una entrevista, alguien calentó café, el espejismo de una cuidad nos guiñó desde el horizonte.
La entrevista tomó mas de lo previsto, el sol empezó a salir desde las montañas, el aire ya no se sentía tan frío… íbamos tarde. Por fin, pudimos salir, los nervios del día anterior habían disminuidos con el reconocimiento del trabajo que nos esperaba. Esto no va a ser fácil.
Cuando Carlos nos propuso la idea todos se emocionaron. No nos sorprendió cuando el público respondió de la forma en que respondieron, nosotros sabemos quién es él. Su naturaleza es simpática y su humildad es sincera y lo queremos mucho.
Desde el principio entendimos que esto iba ser algo grande e importante, pero la verdad es que no estábamos listos para todo que viene con una campaña tan grande.
Mexicanos en Exilio representa a 250 individuos en el proceso de asilo político, y casi todos fueron casos que hicimos sin cobrar. Tenemos un abogado que representa a todos y tres empleados que no trabajan tiempo completo. Hacemos este trabajo por el amor a nuestra comunidad, pero el amor no es suficiente, algo de esta magnitud requiere mucho trabajo.
Mientras Carlos entrenaba horas extras nosotros trabajamos más, llamando a la gente, hablando con la prensa, y tratando de juntar los fondos necesarios para empezar. Caímos varias veces, pero cada vez nos levantamos, a veces dormimos poco pero cuando sabes por qué estás trabajando resulta mucho más fácil.
En el transcurso del día Carlos empezó a sentir dolor en sus piernas, pero cuando sugerimos que pare, se rió, se puso unas curitas y continuó.
El grupo está logrando un ritmo, dependiendo uno de los otros y aprendiendo cómo trabajar como apéndices del mismo cuerpo. Cuando el día termina todos se reúnen para discutir que vieron, con quien hablaron y la agenda para el día siguiente.
Todos están felices. Desde la habitación del hotel donde estamos escuchamos las voces de los ciclistas, hablando fuerte y carcajeando, no pueden dormir por la emoción y las endorfinas.
Nosotros tampoco podemos dormir debido al dolor de cabeza que tenemos, resultado de estar en frente de una pantalla por once horas, pero de todas formas continuaremos.