EL PASO — Hace unos días platicaba con un amigo sobre mis sentimientos de incertidumbre hacia el futuro fuera de la universidad. Le comentaba como, de cierta forma, me arrepentía de haber tomado cinco clases por semestre, clases de verano, cursos extras, y demás por lo cual me comentó, “Es carrera, no carreritas.” Me quedé boquiabierta y comprendí que tenía razón. Como quisiera haber escuchado tal refrán hace cuatro años. Entusiasmada por la vida universitaria, estudié más que nunca. Desde el primer día me dediqué a mis clases al cien por ciento, sentía que me podía comer el mundo entero. Los años pasaron y en un abrir y cerrar de ojos ya no era más esa joven de 17 años que empezó la universidad desorientada, sin saber qué esperar en una nueva etapa de la vida. Hoy, a mis 21 años, me enorgullezco de mí misma por haber dado todo de mí, siempre haciendo el mayor esfuerzo por superarme y ser la mejor en lo que hiciese.
Es inevitable que la nostalgia se apodere de mí al pensar que mis días como estudiante han llegado a su fin. Desde niña fui ‘nerd’ como algunos nos llaman, y siempre me gustó la escuela. Me obsesionaba con sacar excelentes calificaciones y tener la aprobación de mis maestros. Jamás dejé de disfrutar a mi familia o amigos por darle prioridad a la escuela, pero siempre tuve presente lo que quería y jamás dejé que nada cambiase mis prioridades.
El solo hecho de pensar que se aproxima la fecha de graduación me provoca sentimientos encontrados: felicidad, orgullo, ansiedad, y algunas veces, hasta miedo. Espero no ser la única que se siente de tal manera. Después de cuatro años en UTEP me gradúo en mayo con una licenciatura en Periodismo Multimedia y una segunda especialización en Sociología. Durante mi estancia en UTEP trabajé con el departamento de tecnología, mejor conocido como IT Helpdesk, y hoy puedo decir que no pude haber tenido un mejor primer trabajo. Mis compañeros en la oficina son de las personas más amables, sabias y confiables que he conocido. Conforme pasaron los años aprendí muchísimo sobre computadoras, sistemas, en fin, de tecnología, su empleo diario y constante evolución. Sin embargo, aún mejor es el hecho que aprendí a tener paciencia y a ser humilde, lo cual me llevó a comprender que lo más importante en un ambiente de trabajo es la unión de grupo. Nuestro supervisor siempre fue un apoyo incondicional y gracias a él y a sus constantes palabras de aliento y elogio, siempre dimos lo mejor de cada uno.
Ahora que termino con la universidad, me encuentro con un mundo de oportunidades. Creo que se equivocan aquellos que dicen que no las hay, la cuestión es buscar. El año pasado estudié fuera en Sevilla, España, y desde entonces he buscado por cielo, mar y tierra cómo volver. Apliqué y fui admitida a un programa con la Embajada Española para participar como Auxiliar de Conversación Extranjero. A pesar de no tener nada que ver con mi carrera, el poder dar clases de inglés se me hizo excelente opción. Estoy decidida a volver así que pensé que aprovechar el hecho de que soy completamente bilingüe en inglés y español sería genial. Disfrutaría un año fuera para después volver a la escuela. Aun no decido en qué, pero lo que sí es seguro es que en Agosto de 2012 empiezo mi maestría. Sin embargo, se me ha presentado una nueva oportunidad. Gracias al apoyo de uno de mis profesores, existe la posibilidad de que participe en una práctica en el norte de los Estados Unidos, en un periódico reconocido de Filadelfia. Sería un programa de 10 meses en los cuales estaría expuesta a la industria del periodismo para así obtener una mejor perspectiva del trabajo periodístico. Me emociona el pensar que viviría en el este del país, en una ciudad nueva y llena de oportunidades, pero más que nada el saber que sería una experiencia única durante la cual adquiriría habilidades periodísticas que solo se aprenden trabajando. Honestamente, me siento confundida y muchas veces me desespera el no saber qué hacer, qué camino tomar. Creo que decisiones como estas son vitales en la vida y solo espero tomar la correcta esta vez.
Ya fuera en el trabajo o en el aula de clases, el tiempo que pasé en UTEP siempre fue muy ameno, lleno de momentos inolvidables, desde un examen imposible hasta conocer nuevas amistades o una fiesta sorpresa en el trabajo. Me apasiona mi carrera y me da un gusto enorme el haber tomado la dirección correcta a pesar de haber tenido dudas en un principio. Me emociona el haber terminado mis estudios y logrado una meta que me propuse a mí misma desde chica. A pesar de que la incertidumbre es un sentimiento inevitable en estos momentos de cambio, sé que me gradúo preparada para enfrentar al mundo y, sobre todo, con la satisfacción enorme de ser un orgullo para mis padres.