Un amor que podría matar

More

Mujeres del este de Tennessee cuentan cómo escaparon de relaciones abusivas

Traducido por Wendy Saucedo

JOHNSON CITY, Tenn. — Escondieron sus cicatrices del abuso físico y emocional por años, suprimiendo sus miedos, dolor y desolación tras la cortina de una vida “normal.”

Sin embargo, el silencio casi les costó la vida.

Dos mujeres del este de Tennessee dicen que escaparon de la violencia doméstica, el “amor que mata.” Cuentan sus historias con la esperanza de que otras mujeres en la misma situación puedan ver una salida. Hablando a través de intérpretes, estas mujeres pidieron que sus nombres reales no fueran revelados.

ilustración basta

¡Basta! (Foto de sxg.hu, ilustración de Eileen Rush, courtesía de El Nuevo Bristol Herald Courier)

“Marisol” inmigró a los Estado Unidos en busca de trabajo y una mejor vida, y “Teresa” llegó a los Estados Unidos con la esperanza de que sus hijos tuvieran más oportunidades. Pero en cambio estas dos mujeres latinas se encontraron atrapadas por la violencia doméstica.

Mientras que este mismo crimen le puede pasar a cualquiera, las latinas que han inmigrado a los Estados Unidos se enfrentan a barreras que otras mujeres no tienen.

“Las mujeres latinas a menudo tienen tabúes con respecto a su sexualidad, problemas con el papel de cada género y la importancia de una ‘familia’,” dice la organización Alianza Latina Nacional para Erradicar la Violencia Doméstica.

Un fuerte sentido cultural y la creencia en las obligaciones familiares pueden causar que algunas latinas vean el abuso del esposo como “una cruz que tienen que cargar,” dice la organización en su página web.

En el noreste de Tennessee y el suroeste de Virginia, las latinas atraviesan aun más barreras. Algunos refugios no proveen servicios bilingües, y algunas víctimas pueden tener miedo de reportar la violencia doméstica por su estatus legal.

Kathy Johnson, la directora ejecutiva de Abuse Alternatives de sede en Bristol, dice que el refugio no recibe muchos clientes latinos. No cuentan con personal bilingüe, pero algunos voluntarios proveen servicios de interpretación a las víctimas.

“Sé que hay una comunidad hispana aquí, pero no tenemos muchas víctimas que necesiten de nuestros servicios,” dijo Johnson.

Una de las razones puede ser que la población latina no es tan grande como en otras áreas del país, dijo Johnson. Otra razón puede ser la barrera lingüística.

“Pienso que muchas veces tienen miedo, porque  no confían en el sistema,” dijo Johnson.

A las víctimas latinas les pueden decir que si reportan violencia doméstica, podrían ser deportadas o perder la custodia de sus hijos. Mientras que Abuse Alternatives les pregunta a sus clientes acerca de su estatus legal, también proveen recursos para ayudar a las latinas a arreglar sus problemas inmigratorios—mientras las mantiene protegidas.

“Estamos para proveer un servicio sin importancia del sexo, raza u origen nacional,” dijo Johnson. “Estamos aquí para ayudarlas, cualquiera, sean sus necesidades. No tenga miedo de buscar ayuda.”

Rompiendo el silencio

“Marisol,” una mujer de unos veinte años, se sienta silenciosamente en una cabina de McDonald’s, descansando en la mesa con sus manos entrelazadas.

Ella conoció a su novio en México antes de hacer su viaje a los Estados Unidos. Luego el hombre, que en ese tiempo vivía en la costa este, se enteró a través de amigos mutuos que ella estaba aquí y empezó a llamarla.

“En ese tiempo estaba desempleada,” dijo Marisol. “Me ofreció llevarme donde él estaba, y dijo que no teníamos que ser pareja. Me habló bonito. Me dijo que yo tendría un trabajo, dinero y una casa.”

Cuando ella llegó, él sólo la trataba como  una amiga. Después de un tiempo, no encontró trabajo. El hombre empezó a celar el interés que otros hombres tenían en Marisol, entonces empezó a decirle a la gente que ellos eran pareja. El empezó a tratarla como su esposa.

La golpeó por primera vez después de acusarla falsamente de infidelidad.

“Me agarró del cabello y empezó a pegarme en la cara,” dijo Marisol, con lágrimas corriendo por sus mejillas.

“Me pegaba en el estómago y me pateaba. Trataba de decirle que me dejara explicarle, porque las cosas no eran como parecían.”

Esa noche, él le dijo que le iba a hacer la vida imposible.

“Me sentí terrible, como una basura,” dijo ella. “Me sentí atrapada en su mundo,  porque no tengo familia. No supe a donde ir. Empecé a tenerle miedo, y fue un miedo terrible.”

El abuso se volvió verbal, físico y psicológico. Él la humillaba cada vez que tenía la oportunidad, dijo ella, incluso le prohibió que saliera del departamento. Mudarse al este de Tennessee fue decisión de él.

“No tuve otra opción,” dijo ella. “No tenía a nadie.”

Ella eventualmente recibió una oferta de trabajo en otro estado. Viendo la oportunidad de salir de la situación, le dijo que se iba. Él dijo que se regresaría a México.

Sin embargo, después de que ella se marchó, él se puso muy enfermo. El cabello se le cayó y perdió peso. Ella había estado fuera por tres semanas cuando recibió una llamada telefónica. La voz al otro lado del teléfono dijo que su novio se estaba muriendo en el hospital, así que regresó.

Cuando llegó, se enteró que él había sido diagnosticado con una enfermedad muy grave.

“Lo veía y pensaba, no puedo hacerle esto, no puedo dejarlo,” dijo ella. “Y me preguntaba cómo podría empezar mi vida con alguien más.”

En el hospital, su novio le prometió que cambiaría, que pararía de tomar y que la iba a cuidar.

“No sé si fue amor o seguridad,” dijo ella. “Le creí”

El no la golpeó ni tomó por un año. Una noche regresó del trabajo borracho. Entonces el abuso comenzó de nuevo.

Cuando él le quebró la nariz, una mujer de una iglesia local le dijo a Marisol que le ayudaría.

“No tomé la oportunidad,” dijo Marisol. “Le temía tanto que sólo una mirada bastaba.”

El día después de recibir moretones en los dos ojos, ella tenía una cita con el doctor. Los moretones fueron reportados a la policía y Marisol fue llevada a un refugio para víctimas de violencia doméstica.

Aunque ella volvió con él, ella dice que “sus ojos se abrieron gracias al refugio.”

“Me di cuenta de que tenía una oportunidad de salirme de todo esto,” dijo Marisol.

Cuando finalmente lo encontró con otra mujer dentro del departamento, no dijo nada.

“Sólo me salí,” dijo ella, “y me dije a mí misma, ‘mi vida ha terminado.’”

Él le dijo que la estaba dejando porque la otra mujer era “más mujer.”

“Me dijo, ‘tú no eres nada, no vales nada,’” dijo ella. “Todo lo que me dijo marcó mi corazón.”

Marisol trató de suicidarse tomando 150 píldoras, por lo cual se enfermó violentamente.

“Por fin dije, ‘Dios mío por favor ayúdame, no quiero morir.’ Tuve que pedirle ayuda a Él.”

Cuando le dijo a su novio, él no tuvo simpatía.

“Me dijo que si quería morirme, que tenía una pistola,” dijo ella. “Me gritó y me dijo que si quería morir sólo tomaría un disparo.”

Pasaron treinta minutos antes de que él la llevase al hospital. Entró a la sala de emergencia con el frasco de pastillas en la mano.

“Con las palabras que encontré, dije, “Ayúdenme, me tomé esto,” dijo ella.

Cuando despertó, una persona de la oficina psiquiátrica del hospital estaba ahí. Ella decidió llamar a su pareja para decirle que la cambiarían a otro piso.

Cuando él contestó, ella pudo escuchar la voz de la otra mujer en el fondo.

En lugar de decirle que la cambiarían de piso, “decidí no decirle nada,” dijo ella. “Le dije que no se preocupara, que estaba bien.”

Ella le dijo al intérprete del refugio para violencia doméstica lo que había sucedido y que ya no quería estar con su pareja. Por fin, Marisol encontró una salida.

La vida de Marisol ha mejorado dramáticamente desde que trató de suicidarse. Ha hablado con psiquiatras y consejeros. Hoy ella tiene trabajo, independencia y la fe renovada.

“Gracias a los psiquiatras, a las pláticas que he tenido y a la segunda oportunidad que Dios me dio, soy como una persona nueva,” dijo Marisol.

“Ya no tengo miedo. Mi seguridad regresó cuando supe que Dios es mi aliento de vida nueva. Aprendí a perdonar.”

Los problemas de las mujeres en estas situaciones no son limitadas al abuso físico. Otra mujer, “Teresa,” ha experimentado abuso sexual y psicológico por parte de su esposo.

Cuando ellos inmigraron a los Estados Unidos, él — como la pareja de Marisol — le dijo a su esposa que cambiaría. El abuso no paró, y casi le costó la vida a Teresa.

Con la ayuda de su madre, Teresa pudo escapar.

“Ahora que no estoy con él estoy más calmada sobre ciertas cosas,” dice ella. “Pero en este momento, decir que despierto en la mañana para disfrutar el día –no podría decir eso todavía. Sin embargo, todavía le agradezco a Dios por mantenerme aquí, por el bien de mis hijos. Toleré todo esto, pasé por todo esto por mis hijos.”

La trayectoria hacia la cura

Marisol y Teresa han encontrado perdón en su dolor. Sin embargo, ellas tienen un consejo para las mujeres que están sufriendo de violencia doméstica.

“Si encuentran una oportunidad, alguien que les ofrezca ayuda, no paren,” dijo Marisol. “Sólo toma la oportunidad. Ellas tienen que decirse a sí mismas, ‘Ya basta. No más.’”

Teresa aconseja a las mujeres jóvenes que se inclinen hacia sus madres. Tu madre, ella dijo, siempre te creerá.

“Es algo muy difícil de hablar,” dijo Teresa. “No es algo de lo que me gusta hablar. Pero sáquelo todo a la luz, porque esto causa severos problemas físicos y psicológicos.”

“Lo más importante es buscar a Dios, con Su amor y paz encontrarás tranquilidad,” dijo Marisol. “Sus vidas serán  totalmente diferente. Verán la luz al final del túnel.”

Cada mujer terminó la entrevista con palabras del corazón.

“Siempre hay una luz de esperanza,” dijo Marisol.

“No están solas,” dijo Teresa.

Dónde conseguir ayuda

La Coalición de Tennessee Contra la Violencia Doméstica y Sexual inauguró una clínica legal gratis basada en Nashville “para tratar los problemas que las victimas de violencia sexual y doméstica se enfrentan como inmigrantes.”

La clínica ayuda a inmigrantes que son víctimas de violencia doméstica que no pueden pagar por un abogado.

Para más información sobre ésta clínica, favor de visitar www.tcadsv.org  o llamar al 615-386-9406.

Puede llamar a Abuse Alternatives en Bristol al 423- 764- 2284.

El número de contacto de Safe Passage en Johnson City es el 423- 232- 8920. La línea directa es 423- 926- 7233.

Hope House, un centro con base en Kingsport que provee viviendas a largo plazo, consejería y cuidado prenatal, puede ser contactado en el 423- 239- 7994.

La línea Nacional sobre la Violencia Doméstica, la cual provee intérpretes, está disponible 24/7 en el 1-800-799-7233.

Leave a Reply