Adaptándose de mal manera a la frontera

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Mexican flag inside an American flag

Divididos. (©iStockphoto)

EL PASO — Muchos socialistas frecuentemente se refieren a los países del mundo como “una gran familia”. Visto desde esa perspectiva, podríamos asumir que cada país, como si fuera una persona en la familia, tendría su personalidad propia y en el caso del continente americano, Estados Unidos juega el papel de el “exitoso” hermano mayor.

Mexican flag inside an American flag

Divididos. (©iStockphoto)

Los hermanos mayores definitivamente son una de las primeras influencias en nuestra vida, para bien o para mal, en especial para los jóvenes sin guía como lo es México que en su adorar ciego del “sueño americano” ha perdido su propio sueño, rechazando su identidad milenaria y prostituyendo sus valores sociales.

Irónicamente en la frontera México-E.U. donde altos muros intentan fútilmente separar la identidad de ambos países, se presenta el porcentaje más alto de mexicanos que adoptan una falsa identidad americana, creando así una tercera identidad entre dos países.

Casi todos los países tienen fronteras con otro, pero no en todos los casos se presenta este mismo fenómeno. El problema en esta frontera es que en este nacionalismo americano que adoptan los mexicanos va implícito el rechazo a la “invasión” mexicana de la cual ellos son parte.

El mexicano-americano llega a ser más nacionalista que el mismo anglosajón. Por ende, en este valle te encuentras con mexicanos “con el nopal en la frente” que rechazan a sus compatriotas al mismo tiempo que son rechazados por los gringos. Los encontramos uniformados de Customs and Border Patrol en el puente o trabajando en las tiendas de El Paso a las que los chihuahuenses van a gastar en dólares los pesos que ganan. Los encontramos también celebrando “el día del pavo” dando gracias por lo que no tienen pero esperan obtener al día siguiente esperando en línea fuera de una tienda.

¿Dónde están esos abuelos y abuelitas, encargados de transmitir la tradición mexicana? En el casino, en el Wal-Mart o si no aventados en un asilo como lo indica la tradición americana. Este tercer país, no presenta una identidad heredada como los otros países, sino una cultura de conveniencia. Soy mexicano para comer tamales y menudo, para las fiestas con piñata o para ir al médico a Juárez. Soy gringo para pedir ayuda financiera, para comprar sin dinero, o en presencia de verdaderos gringos.

El columnista español del siglo XIX, Mariano José de Larra, señaló que “debemos tomar del extranjero lo bueno, y no lo malo, lo que está al alcance de nuestras fuerzas y costumbres”. Sin embargo, hoy en día se toma del extranjero lo malo y se rechaza lo bueno de nuestra Madre Patria. Se adoptan el materialismo y los malos hábitos alimenticios en vez de adoptar su pragmatismo ideológico o de explotar la libertad de opinión que solo Estados Unidos provee.

Comparto una anécdota de un joven mexicano-americano que vivía en Texas. En un viaje de estudios a la bella Italia, descubre que allá, al otro lado del mundo, ser americano es lo que aquí es ser mexicano. Los detestan simplemente. Si son amables con ellos es para sacarles el dinero que suponen que tienen, y porque suponen que será fácil.

Un día, en Roma, el joven se detuvo a comer y el dueño del lugar al ver que batallaba con el italiano, le pregunta en inglés de dónde era. El le respondió que era de Messico, a lo cual el dueño exclamó, “¡Oh! Messico! ¡Muy bonita gente!”, confesándole que vivió un año en la ciudad de México.

Recordando esa calidez mexicana, el dueño se rehusó a cobrarle por la comida al mexicano. “Solo un poquito de lo que me dieron,” le dijo el dueño en un español forzado. Fue entonces cuando el mexicano entendió que el ser mexicano solo era un tabú para los americanos y desgraciadamente para la mayoría de los propios mexicanos. Que el verdadero mexicano, ese Pedro Infante de valores familiares, el simple pero contento, el hospitalario, el generoso, el humilde, es una persona mucho más querida y bienvenida en cualquier parte del mundo que el inmigrante que se hace pasar por el americano modelo.

3 thoughts on “Adaptándose de mal manera a la frontera

  1. Estimado Jaime,
    No sé cómo se llama esto, pero parece editorial. Los editoriales regularmente son escritos por periodistas que conocen mucho sobre el tema al cuál harán alusión.
    Tus comentarios sufren un tinte de “brocha gorda” imperdonable. Por ejemplo, no puedes referirte a los “socialistas” y decir “muchos”, dando por hecho que debido a los muchos los demás se pueden categorizar. El socialismo no es una hamburguesa de queso – tiene una plétora de recovecos de diferentes índoles, dignos de estudio e investigación académica. No sé de quién es la cita “una gran familia”, pero creo que es importantísimo que hubieras mencionado el nombre del autor puesto que – al colocarla en el párrafo de introducción – da espacio a que el lector considere que se trata de tu tesis (o el tema principal de tu escrito).
    Podría continuar pero no tengo mucho tiempo. Considera presentar tus contribuciones a algún editor de experiencia, de otra forma puedes caer en un ridículo por el que no procuremos tus documentos.

  2. Estoy totalmente de acuerdo con Rubén Olague no sólo en las generalizaciones que marca, sino que en el caso de Jaime muestra el mismo racismo o, como diría el sociólogo de la cultura Víctor Zúñiga el mismo prejuicio intraracial que suponemos “sufrimos” los mexicanos por parte de los méxicoamericanos. Creo que antes de hacer estas generalizaciones podrías considerar informarte sobre la colonización de los mexicanos después de 1948 y el trato que se nos/les sigue dando aún en 2014.

  3. Estimado Ruben,
    Debo concederte la razón, espero puedas perdonar la manera que empece este “editorial”, aun soy estudiante de este oficio. Use el socialismo como puente para introducir la metáfora de la familia, ahora veo que debí haber usado “algunos” en vez de “muchos” pero no fue con la intención de usar una brocha gorda para describir el socialismo. Empero, creo que perdí tu atención en el primer párrafo: mis comentarios no son sobre el socialismo, es sobre la cultura en la que vivo. No me jacto de ser muy conocedor del tema, sin embargo ya que soy parte de la cultura de la que estoy hablando pretendo tener la capacidad de hacer comentarios sobre ciertos aspectos de la misma. Ciertamente podría haber citado sociólogos para apoyar mis argumentos como lo hizo Socorro en su comentario, pero si lees bien este articulo esta bajo la categoría de blog: es solo una opinión de un estudiante de periodismo, no lo hagas importante. No es un ultimátum, y tengo la humildad suficiente para admitir que estoy equivocado si me presentas los argumentos correctos y con el respeto básico necesario para cualquier tipo de comunicación. Escribí sobre dos tipos de personas por ende esperaba dos tipos de reacciones. Esperaba que tacharan mis comentarios de “brocha gorda” en lo que respecta al mexico-americanos pero nunca por la breve mención de los socialistas.

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