La poesía también es indocumentada

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Ilka Oliva Corado, guatemalteca de origen, ha encontrado en las letras un refugio y una voz. Foto por Laura Flores, Borderzine.com

Mudarse a un país desconocido con un idioma extranjero constituye en sí un gran reto. Hacerlo huyendo de un pasado frustrante complica aún más la situación. Ser testigo de actos de violencia al cruzar a pie la frontera lo puede dejar a uno sin habla.

Eso es justamente lo que la escritora y poetisa Ilka Oliva Corado continúa procesando en los últimos 12 años.

Oliva Corado, una inmigrante que nació en Guatemala, hizo su travesía a los Estados Unidos para reunirse con su hermana que vivía en Chicago. Para lograrlo, se hizo pasar por mexicana, aprendiendo el acento, pagando a siete coyotes y exponiendo su vida a innumerables peligros, incluso la muerte.

“La gente no sabe a lo que viene”, dijo Corado sobre su experiencia al cruzar la frontera junto a quince desconocidos.

Ella explicó los horrores que presenció cuando las autoridades de control de fronteras se aprovechaban de la necesidad de la gente, disparando sus armas, e incluso violando algunas de las mujeres que capturaron.

Sin poder socorrerlas para no ser atrapados, Oliva Corado y su grupo permanecieron juntos en todo momento para lograr una sola meta: llegar a los Estados Unidos escapando de las balas y los agentes de inmigración.

“Nosotros llegamos a un acuerdo que si alguien cae todos caemos”, Oliva Corado recuerda.

Luego de andar perdidos por tres días llegaron a su destino en Arizona. Se dieron el último adiós y Oliva Corado partió a Chicago logrando reunirse con su hermana.

Hoy en día su trabajo es el “de los mil oficios”.

“En lo que te salga, vas de niñera, vas a limpiar casas, vas a limpiar nieve, en el oficio que te ocupan”. Ella no tiene no empleo fijo y cada día su trabajo es diferente, explica.

En su natal Guatemala, Oliva Corado siempre tuvo un interés en la educación física y  la fisiología, llegando a convertirse en árbitro de fútbol. Sin embargo, no acceder a la propuesta de tener sexo con los comisionados de la liga de árbitros guatemalteca para ser reconocida como tal, frustraron su objetivo. Eso la empujó a dejar su país.

Al llegar a Chicago Oliva Corado pensó en la posibilidad de convertirse en la única mujer latina en Illinois dirigiendo juegos como árbitra central, y así ascender en ese campo, “pero porque no tengo documentos [en Estados Unidos] hasta ahí llegué”, dijo Oliva Corado.

Aunque muchas personas llegan a este país en busca del “sueño americano”, ella no considera que ese fue su caso.

“No creo que este país en ningún momento de su historia ha tenido un sueño americano; es un país como cualquier otro. Aquí también se sufre”, dijo Oliva Corado.

“El sufrimiento comienza con la discriminación que aún nos divide en este país. No solamente discriminación racial pero de clases sociales también. La empleada doméstica es invisible; es como un mueble”.

Oliva Corado comentó sobre la explotación que enfrentan muchos latinos. Para ilustrarlo se refirió a una casa donde ella limpiaba en la que le pedían que trabajara horas adicionales sin pagárselas, dijo, no como queja personal sino como ejemplo en general.

Todas estas experiencias han moldeado a la nueva mujer que es hoy en día. Ella ha tomado estas experiencias de su vida como inspiración y las ha volcado en su escritura y poesía. A la fecha ya tiene tres libros publicados y un cuarto en camino.

Su libro titulado “Historia de una indocumentada: Travesía en el desierto de Sonora, Arizona”, relata con detalle su odisea sobre su llegada a los Estados Unidos.

En “Luz De Faro”, su libro más reciente, ha utilizado el género de la poesía para crear un “mundo de fantasía para sobrellevar la realidad”, tal como indica en un artículo de su blog “Crónicas de una Inquilina” que publica con mucha frecuencia y en el que Ilka Oliva Corado vacía su esencia y su alma.

 

 

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