El Big Bend: Un parque nacional, un pueblo fantasma y las piedras que gritan a través de las redes sociales

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Study Butte entrance to Big Bend National Park. (Sergio Chapa/Borderzine.com)

Study Butte entrance to Big Bend National Park. (Sergio Chapa/Borderzine.com)


Y él respondió: Os digo que si estos callaran, las piedras clamarán.

Lucas 19:40

Quizás el día más feliz de mi recorrido con el periodista Sergio Chapa fue cuando visitamos la región del Big Bend, cuyo nombre proviene del recodo formado por el Río Bravo que delinea la frontera entre México y los Estados Unidos. Dicha región se encuentra entre los estados de Texas, Chihuahua y Coahuila, y frecuentemente se define como la parte de Texas localizada al sur de la carretera 90 y al oeste del Río Pecos que contiene los montes Chisos y Davis. El Big Bend abarca una extensión de aproximadamente 4,000 km² y está integrada por seis áreas que se encuentran bajo protección federal y estatal: el parque estatal Big Bend Ranch, el parque nacional del Big Bend y el Black Gap (las tres en la parte estadounidense), y las zonas de protección de flora y fauna Cañón de Santa Elena, Ocampo y Maderas del Carmen (localizadas en México).

El parque nacional del Big Bend

Study Butte entrance to Big Bend National Park. (Sergio Chapa/Borderzine.com)

Study Butte entrance to Big Bend National Park. (Sergio Chapa/Borderzine.com)

Salimos desde temprano de Alpine, Texas rumbo al parque nacional del Big Bend. Debíamos llegar ahí relativamente temprano pues deseábamos cruzar hacia el otro lado. Los paisajes en el parque son de una belleza incomparable. Mi amiga tejana Michelle me dijo un día que para ella el Parque Nacional del Big Bend era su lugar favorito en el estado de Texas. Yo no conozco todo el estado—que por cierto, me parece tan interesante—pero considerando lo que he visto hasta ahora, coincido con Michelle. En realidad, parecía que estábamos situados en un paraíso salvaje formado por aproximadamente 320,000 hectáreas de montañas y desierto a lo largo del Río Bravo.

El parque fue abierto para los visitantes el 1ero de julio de 1944. Muchos turistas visitan este lugar para hacer excursiones a pie cuando no hace tanto calor. Era el mes de mayo cuando Sergio y yo visitamos este lugar y el calor era demasiado fuerte (y en ocasiones insoportable), pero aún así disfrutamos muchísimo estar ahí, observando las montañas, los cañones que se formaban entre ellas, la vegetación desértica—que es mi preferida y a mí me parece hermosa—y las rocas de todos tamaños, que cubrían parte del paisaje y algunas montañas. Las rocas de todo tipo, en especial, le daban un toque mágico a ese maravilloso lugar. Cuando veíamos todas esa rocas, Sergio recordó una frase de un pasaje de la Biblia que repitió varias veces ese día: “las piedras gritarán” (pero como hablamos en Spanglish, él me decía: “the rocks will cry out”). En ese momento no supe a lo que se refería. Más tarde, ese mismo día, lo comprendería: the rocks will cry out.

Boquillas del Carmen: Fluorita, turistas, artesanías y los “güeros”

The clouds are majestic in the moutains that surround Boquillas del Carmen. (Sergio Chapa/Borderzine.com)

The clouds are majestic in the moutains that surround Boquillas del Carmen. (Sergio Chapa/Borderzine.com)

El cruce internacional que se encuentra en el corazón del Big Bend—y que conecta al parque nacional con Boquillas del Carmen, Coahuila—estuvo cerrado por varios años, desde 2002, con motivo de los eventos del 11 de septiembre del año anterior en Estados Unidos. En abril de 2013, el cruce de Boquillas reabrió como “puerto de entrada Clase B” y su horario de funcionamiento es ahora de miércoles a domingo de 8:00 a.m. a 5:00 p.m. Llegamos apenas para cruzar y pasar en el pequeño poblado fronterizo poquito más de una hora. Teníamos tanta ilusión de cruzar. Lo habíamos platicado desde que lo abrieron y nos enteramos por la prensa local. El cruce (no puente) Boquillas del Carmen-Big Bend era, de entre todas las conexiones entre México y Estados Unidos, la que más deseábamos cruzar al iniciar nuestro camino.

Después de haber recorrido una parte del parque nacional nos dirigimos a hacer el “tan deseado” cruce, que sería muy interesante … pero no sería el más bonito. Fue curioso observar del lado estadounidense—donde no se contaba con personal de migración—que la entrega y verificación de documentos se realizaba de manera electrónica. Salimos entonces del pequeño edificio donde le mostramos a una máquina nuestros pasaportes y nos encontramos con una sorpresa: el cruce era por río y no por puente. Ese tramo del río era tan poco profundo que se podría haber cruzado a pie, sin embargo, no se nos permitió hacer eso. Debíamos cruzar utilizando una pequeña barca de madera, después de pagar una cuota por ir y regresar. Al subirnos a la pequeña “lancha”, vimos del otro lado a un par de hombres cantando la canción de “Cielito Lindo”—quizás la canción mexicana más popular de todos los tiempos. Los hombres estaban vestidos con atuendos típicos de México y grandes sombreros, con la intención quizás de agradar a los turistas. Como parte de la escena había también caballos. Todo me pareció surreal; era esa una escena para turistas americanos.

Al llegar al otro lado, nos ofrecieron tres posibilidades para llegar al pequeño poblado de Boquillas—y por todas ellas debíamos pagar una cierta cantidad. Podíamos caminar, podíamos subirnos a un caballo o podíamos subirnos a una camioneta pick up. Sin dudarlo, y sin preguntarnos, nos subimos a la camioneta. La temperatura de más de 100 grados Fahrenheit hacía las dos primeras opciones parecer casi imposibles. La camioneta nos llevó a la aduana móvil del lado mexicano donde, por primera vez en todo el viaje, las autoridades migratorias “paisanas” (es decir, mexicanas como yo) verificaron nuestros pasaportes y registraron nuestra entrada a ese país. Es curioso que en ningún punto de cruce en el lado mexicano de la frontera con Texas—solo en el de Boquillas del Carmen—te pidan tu pasaporte y registren tus datos. Cualquier “maleante” o terrorista podría entrar a territorio mexicano, proveniente de Estados Unidos, sin problema alguno. Dudo mucho que entre algún terrorista, pues no se tiene, a la fecha, ningún caso documentado (ni en México ni en los Estados Unidos) de un perpetrador de actos terroristas que haya cruzado por esa frontera—no obstante lo que dice una parte de la opinión púbica en la Unión Americana. Dado que México no protege sus fronteras, sería más fácil que un terrorista proveniente de Estados Unidos llegara a territorio mexicano, y no viceversa.

Guides waiting for tourists on the Mexican side of the Rio Grande Rivera. (Sergio Chapa/Borderzine.com)

Guides waiting for tourists on the Mexican side of the Rio Grande Rivera. (Sergio Chapa/Borderzine.com)

Al terminar de realizar felizmente nuestros trámites, nos dirigimos a realizar una visita relámpago al diminuto poblado de Boquillas del Carmen. El poblado y su gente parecían muy pobres. Las casas eran muy pequeñas, de aspecto muy humilde. Parecía que la gente vivía del dinero que gastaban los escasos turistas que, hasta hacía poco, regresaban a visitar la pequeña comunidad. Cuando caminábamos por ahí, me preguntaba cómo viviría esa gente cuando cerraron el cruce en el año 2002. Ahora los pobladores vendían artesanías y tenían algunos negocios para alimentar y divertir a los no muy numerosos visitantes que decidían cruzar por ahí. El aspecto del lugar no nos pareció agradable. Quizás fue la miseria, el calor, el abandono en el que estaba sumido ese pueblo … quizás fue un pie que me lastimé ahí, o quizás fue algo que percibimos que no nos gustó nada. Había una cantina de aspecto desagradable donde una mujer gritaba enfadada, rodeada por hombres sonrientes y quizás borrachos. ¿Qué estaría pasando ahí? No pudimos saberlo, pues al notar nuestra presencia, las puertas del lugar se cerraron. Con un pie lastimado y con el mal sabor que nos dejó esa escena, regresábamos a tiempo para continuar nuestro recorrido por el parque nacional en el estado de Texas.

En el camino de regreso a la camioneta que nos llevaría a la barca, vimos algunos niños en el camino, algunos de ellos muy rubios o “güeros”—como si fueran los hijos de algún estadounidense blanco. Sergio y yo lo comentamos: ¿Por qué había ahí niños tan rubios cuando no pudimos ver ningún adulto rubio en nuestro camino? Quizás no nos fijamos bien, o quizás esos adultos rubios estaban dormidos cuando llegamos. Caminando rápidamente de regreso para que no nos cerraran el cruce, y pensando en los güeros, pasamos por un par de puestos en donde se vendían artesanías, piedras de fluorita (que es un mineral abundante en la región) y pequeñas figurillas de escorpión elaboradas con alambre de colores. Sergio compró dos escorpiones y dos blusas para sus sobrinas. Yo no compré nada … yo seguía pensando en esos güeros. Creo que Boquillas del Carmen, no me trae buenos recuerdos.

Agua en el desierto

Ya de regreso en el parque nacional, pudimos explorar la zona con más calma. El calor seguía siendo muy fuerte, pero un poco menos que al medio día. Bajar del auto era difícil a veces. Debíamos tomar agua constantemente y teníamos mucha hambre, que se nos quitó de inmediato al disfrutar del paisaje. El parque nacional es enorme y no teníamos tiempo de recorrerlo todo; sólo recorrimos una pequeña parte. Dicen que hay un cañón majestuoso y partes hermosas que no tuvimos oportunidad de conocer en esa ocasión. Sin embargo, nuestro recorrido me pareció espectacular. En medio del calor y del desierto, vimos un señalamiento que nos mostraba el camino hacia lo que supuestamente eran unos manantiales de agua caliente (“hot springs”). Yo no creí que fuera cierto, pero decidimos continuar nuestro recorrido caminando por ahí.

Residents of Boquillas del Carmen cross the river to sell souvenirs based on the "honors system." (Sergio Chapa/Borderzine.com)

Residents of Boquillas del Carmen cross the river to sell souvenirs based on the "honors system." (Sergio Chapa/Borderzine.com)

El paisaje se tornó un poco diferente pues encontramos un poco más de vegetación y diversas palmeras. El aspecto del lugar era increíble; nos gustó muchísimo. Lo que más nos llamó la atención fue que en algunos puntos del camino, artistas locales dejaban figurillas de alambre de colores—principalmente en forma de escorpión o alacrán—para que los visitantes las adquirieran y dejaran la cantidad que se pedía por ellas en el suelo con las demás piezas que parecían no tener vendedor, ni persona que estuviera al pendiente de ellas. Después de un recorrido corto, llegamos a los manantiales de agua caliente, que junto con las palmeras y algunas desviaciones del río, presentaban una escena única, como de un oasis … de un oasis en el desierto. Sin embargo, en ese desierto si hay agua, pues por ese desierto pasa un río, el Río Bravo o “Grand” o Grande que divide a dos países muy diferentes.

Terlingua: Un pueblo fantasma, música country y un hotel en el desierto

Al atardecer nos dirigimos a Terlingua, un pueblo fantasma que es atracción para los turistas que deciden conocer el Big Bend. A finales del siglo XIX y a principios del XX, se descubrieron diversos depósitos de minerales en la zona, lo cual atrajo a varias personas que trabajarían en las minas o se dedicarían a realizar labores relacionadas con esta actividad. Así surgieron las comunidades de Boquillas y Terlingua, y esta última se convirtió en un pueblo fantasma al terminar la “era minera” en esta región. Nosotros hicimos aquí una parada para tomar unas fotos y comer algo. El diseño del pueblo en la actualidad nos pareció bastante artificial, como “para turistas”. Pensábamos quedarnos sólo a cenar ahí y continuar nuestro viaje, así que nos detuvimos en el hotel “High Sierra”, el cual tenía un restaurant-bar al aire libre, en el segundo piso, con un gran letrero brillante de tonos azules. El día había sido muy largo, y llegó un grupo de músicos a amenizar el lugar, por lo que decidimos pasar la noche en medio del desierto. Ese resultó ser uno de los mejores momentos del viaje. Fue además, la estancia más económica del viaje, pues la noche en el hotel nos constó únicamente 50 dólares.

El artista principal del grupo de música country que tocaba en el “High End” era un señor muy interesante de cabello largo y blanco. Sus canciones en ese gran balcón y en medio del desierto nos parecieron espectaculares y hacían del lugar donde nos entrábamos, un “lugar mágico”. El momento resultó en realidad un “momento mágico”, pues una de las últimas canciones del grupo contenía en su letra la frase del pasaje bíblico que Sergio se mantuvo repitiendo todo ese día: “the rocks will cry out.” Cuando escuchamos eso, no podíamos creerlo; fue ese un momento definitivamente “mágico”. Cuando terminó el grupo de tocar, y el músico del cabello largo se acercó para vender su CD con sus canciones más populares, Sergio le preguntó si ahí se encontraba la canción que tenía en su letra el pasaje bíblico. Entonces, los dos se pusieron a platicar de la frase, del pasaje específico y de lo que significaba. Pero desafortunadamente, el CD no contenía la “canción mágica”. Aprendí esa noche que la frase provenía del Evangelio según San Lucas, capítulo 19, versículo 14. Esta era la parte cuando—según la Nueva Versión (bíblica) Internacional—Cristo dijo a los fariseos: “Les aseguro que si ellos se callan, las piedras gritarán”.

Indian rock art on the American side of the border. (Sergio Chapa/Borderzine.com)

Indian rock art on the American side of the border. (Sergio Chapa/Borderzine.com)

Sobre este momento, nosotros no fuimos los únicos sorprendidos. El músico del cabello largo parecía también sorprendido por el momento y el comentario de Sergio pues al retirarse del lugar, escuchamos desde arriba que continuaba recordando el pasaje y lo que significaba. Poco más tarde nos fuimos al hotel y nos quedamos despiertos por muchas horas más. En esas horas platicamos, admiramos el cielo y sus miles de estrellas en medio del desierto, y escuchamos la música que más nos gustaba—y la que fue la más representativa del viaje. Escuchamos canciones de Espinoza Paz, Paulina Rubio, Kabah, Miguel Mateos, Bruno Mars, la Sonora Dinamita, y…no podía faltar: La Trakalosa de Monterrey, Nuevo León con su emblemática melodía “San Lunes” (de donde saco la palabra “mágico”, en tono de broma, para referirme a algunos momentos del viaje).

Sergio y yo somos de la misma generación; de hecho tenemos la misma edad y nos gusta música similar. Tenemos algunas diferencias, por supuesto. A mí me gustan las canciones un poco más “fresas”, y él escucha desde muy joven música norteña, la cual a mí nunca me gustó para ser sincera, pero que en este viaje aprendí a disfrutar. Pasamos una “noche mágica” contemplando las miles de estrellas en un cielo totalmente claro y en medio de plantas espinosas del desierto—como los llamados “ocotillos”, plantas nativas del desierto de Chihuahua, que tienen varias ramas largas verdes con hojitas pequeñas y espinas grandes que crecen desde el piso. Este fue quizás el momento más maravilloso de todo el viaje que realizamos por la frontera Texas-México en mayo de 2013.

El Evangelio según Lucas y las piedras que gritan

Esa misma noche seguía recordando la frase de Lucas que había escuchado todo el día en diversas ocasiones cuando la mencionaba Sergio y luego cuando escuchamos la canción inédita del grupo de música country que tocaba para los turistas de Terlingua en el “High End”. Seguía pensando en esta frase y pregunté a Sergio sobre su significado y su contexto. Él me explicó todo sobre ese pasaje bíblico que la Iglesia Católica utiliza en la liturgia del Domingo de Ramos. Me llaman mucho la atención las personas que conocen la Biblia como la conoce Sergio, que hasta pueden recitar algunas partes textuales y utilizarlas en momentos específicos. He observado que en el Valle de Texas muchos conocen así de bien la Biblia, tanto católicos como protestantes (y muy en especial los que se denominan “Cristianos”). Muchos de mis alumnos, incluso firman los mensajes  que envían por email con una pequeña frase tomada de la Biblia. Eso me sorprende mucho, pues nunca antes había visto algo así.

Sergio nació y vive en el Valle de Texas; no me sorprende entonces que conozca bien la Biblia como muchas personas en la región. Yo también leí la Biblia cuando era más joven, pero hace mucho que no la leo. Pensándolo bien, volveré a leerla. Yo creo que la Biblia es un documento de un valor histórico enorme que debe leerse a detalle, pues nos enseña muchas cosas sobre la política, el desarrollo, las ideas y las creencias en la tradición del mundo judeocristiano. Comenzaré a leer la Biblia de nuevo para conocer más del mundo antiguo, de su historia y de las formas de ejercer el poder en ese mundo que heredamos los que vivimos en México, el Valle de Texas y el resto del continente americano. La Biblia no es solo religión, es historia de las ideas y la política; es quizás uno de los documentos históricos más importantes con los que cuenta la humanidad.

Sobre el pasaje bíblico de “las piedras que gritan”, mi amigo me explicó que Cristo utilizó la frase para contestar a los fariseos un día en el Monte de los Olivos cuando sus discípulos alababan a Dios y ellos (los fariseos) cuestionaban el hecho y pedían al Maestro que callara y reprendiera a sus discípulos por esta acción que ellos consideraban inapropiada. Como respuesta a esta petición de silenciar a sus discípulos, Cristo contestó a los fariseos con una frase donde les aseguraba que si los discípulos se callaran, las piedras, de cualquier modo, gritarían La frase me recuerda a una situación muy desafortunada que viven muchos mexicanos y medios de comunicación en este país, los cuales, en últimas fechas, han sido silenciados por la delincuencia organizada y el Estados mismo.

Varias decenas de periodistas han sido asesinados en los últimos años en México. Sobre esta tragedia, recomiendo ampliamente la lectura de las historias que recopiló el excelente blog mexicano, Nuestra Aparente Rendición, coordinado por la escritora Lolita Bosch, sobre “los periodistas y trabajadores de la información asesinados y desaparecidos en México desde el 2 de julio de 2000, cuando inició la alternancia democrática”. Estas historias aparecen en un libro editado en el 2012—y accesible a través de internet—titulado Tu y Yo Coincidimos en la Noche Terrible [Nota: Ahí escribí yo la historia del “El Rascatripas”, un supuesto usuario de redes sociales asesinado en Nuevo Laredo por reportar sobre actos violentos en medios electrónicos. La menciono aquí por si a alguien le interesa leerla]. En este sentido, es importante señalar que los medios de comunicación en algunas partes del país—en especial en los estados de Tamaulipas y Veracruz—han sido silenciados y reportan muy pocos de los muchos eventos violentos que tienen lugar a diario y que se relacionan con la delincuencia organizada y la lucha que mantiene el Estado mexicano con estos grupos. Las luchas intestinas que se han generado entre estos dos bandos en años recientes mantienen aterrorizada a la sociedad mexicana en algunas regiones de México.

El silenciamiento a medios de comunicación en Tamaulipas se logra a través de la imposición de prácticas que se conocen como de “plata o plomo”, las cuales consisten en la intimidación o la entrega de recursos económicos a periodistas y empresarios de los medios de comunicación, con el objeto de limitar su cobertura de eventos relacionados con la delincuencia organizada, y hacer su acciones prácticamente invisibles al escrutinio público. Cabe señalar, que el gobierno tiene también incentivos para mantener esta situación pues se exhibe menos ante la opinión pública, es decir, no muestra claramente su incapacidad para controlar una situación extrema en la que pareciera que el Estado mexicano ha perdido el monopolio de la violencia.

La existencia de este cerco informativo es particularmente evidente cuando se consideran estadísticas recientes de homicidios relacionados con el crimen organizado. Para el caso de Tamaulipas (que es el estado que más he estudiado en este sentido), por ejemplo, todas las fuentes oficiales parecen reportar cifras incorrectas o subestimar el número de asesinatos y eventos violentos en el periodo de la denominada “guerra contra el narco” o “guerra por Tamaulipas”. El miedo que ocasiona la violencia extrema y el control que ejercen las organizaciones criminales sobre los medios de comunicación—a veces en contubernio con representantes del gobierno—son de tal magnitud que los números reportados no reflejan la realidad del estado.

El derecho a la información y a la libertad de expresión: Las redes sociales como las piedras de Lucas

En un contexto tan difícil para los académicos, informadores, y medios de comunicación en general, aparecen nuevas herramientas para dar cuenta, en cierta medida, de lo que sucede en las regiones más violentas del país—y las más riesgosas para informar—en materia de seguridad y desarrollo del crimen organizado. La utilización de los medios informales de comunicación tales como Twitter, YouTube, Facebook, blogs (como El Blog del Narco y otros que manejan información más local), así como una variedad de sitios de noticias digitales se vuelven fundamentales en esta nueva realidad y en la labor de académicos, analistas en medios y periodistas de investigación.

La utilización de estos medios informales de comunicación se presenta como alternativa para continuar reportando noticias en zonas de conflicto extremo. Al mismo tiempo, se vuelven la materia prima del científico social que decide investigar temas de seguridad y crimen organizado en regiones controladas por las organizaciones criminales mismas. Se puede observar que estas herramientas alternativas sustituyen a los medios formales y comienzan a ser una válvula de escape para la población, y una herramienta adicional de información para la sociedad durante el conflicto”.

Pensando en cómo la delincuencia organizada y el Estado mexicano intentan y han logrado—en ocasiones de manera muy exitosa—silenciar a los medios de comunicación formales y sobretodo en cómo la sociedad civil ha encontrado alternativas a través de las redes para informarse e informar a los demás, pienso de nuevo en la historia de las piedras en el Evangelio según Lucas. En esta era en la cual la tecnología permite a los ciudadanos encontrar alternativas para informarse y expresarse con mayor libertad a través del anonimato que dan las redes sociales, podemos ver confirmadas las palabras de Cristo cuando afirma que no obstante que se trate de silenciar a los hombres, las piedras gritarán. Yo puedo ver a los usuarios de redes sociales cuando informan sobre situaciones de riesgo en regiones de extrema violencia como piedras que gritan en medio del desierto, es decir, como aquellas piedras que vimos Sergio y yo en el Parque Nacional del Big Bend, en el estado de Texas.

A veces yo también me siento como una piedra (espero no sonar pretenciosa al decir esto). Las piedras perduran y no se mueren. Yo me puedo morir (y el riesgo es mayor cuando uno trata de investigar temas escabrosos). Pero no importa si me muero; las ideas quedarán en la memoria de mis excelentes alumnos que decidan ser piedras. La verdad yo admiro a muchos de mis alumnos. Ellos hablarán y enseñarán a otros que no deben callarse. The rocks will cry out.

 

 

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