Juárez es una ciudad hostil para los discapacitados, con calles que son trampas mortales para los ciegos

Sabina Olivas también contribuyó en este reportaje.  

CIUDAD JUÁREZ — Con ropas sucias, peinado descuidado y lentes oscuros  Armando Martínez, 62, deambula y encuentra cobijo entre las calles del Centro Histórico de la ciudad. Dice que es ciego, pero asegura que la diabetes que padece desde que tenía treinta años de edad no fue la causa. Junto a las escaleras de la céntrica sucursal Bancomer de la  Avenida Juárez, Martínez sostiene en su mano derecha la mitad de una botella de plástico en la que los transeúntes colocan las pocas monedas que le dan. Con un audífono en el oído derecho y un cable que le recorre el pecho, canta con tono desafinado una melodía que no se llega a comprender.