Trabajadoras del hogar: derechos no respetados ni exigidos

Recuerda que la cobija era tan corta que no alcanzaba a cubrir totalmente sus pies, haciendo que el frío de enero entumeciera sus dedos. Lichita era prácticamente una niña que debía levantarse a las cuatro de la mañana, de lunes a sábado, a hervir los frijoles, hacer el café e ir por las tortillas y el pan de centeno que desayunaba toda la familia para la que trabajaba como sirvienta en la Ciudad de México. A cambio de esa labor recibía 200 pesos mensuales, sin prestación adicional alguna y con los que tenía que lidiar a lo largo de ese período. Hoy a sus 55 años, Licha, sigue en esa misma rutina de atender a los demás a cambio de un pago.   Se encuentra cansada y a la deriva pues nunca pudo ahorrar dinero para su retiro.  Y es que las empleadas domésticas, como ella, en México no gozan de ese derecho. Hasta la fecha, la Ley del Seguro Social de México no obliga a los patrones a inscribir a las empleadas domésticas al régimen que les permita tener acceso al servicio de salud ni al ahorro para el retiro.