Documental vuelve a encender debate sobre la muerte de Rubén Salazar

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By Kay Bárbaro

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WASHINGTON — A pesar de la convicción declarada del productor de Hollywood, Phillip Rodríguez, con respecto a que el homicidio de Rubén Salazar, director de noticias de KMEX TV (Los Ángeles), cometido hace 44 años, fue un accidente, dos públicos independientes —uno en Washington, D.C., y otro en Long Beach, California— que vieron el preestreno del documental de 54 minutos, no concuerdan con él. Algunos dijeron, además, que aunque trató de hacer un caldo de cultivo para exponer un mal, solamente logró un refrito para la televisión.

El programa, Rubén Salazar: Man in the Middle, saldrá a nivel nacional el 29 de abril por la red pública de televisión, PBS.

Salazar and other reporters interview former President Dwight D. Eisenhower, 1961.

Salazar y otros reporteros entrevistan al presidente Dwight D. Eisenhower, 1961.

Respondiendo a la invitación de PBS, 125 personas valientes —incluyendo las del equipo del Hispanic Link, el reportero Aaron Montes y el editor Charlie Ericksen, acompañados por Peter Copeland, quien formó parte de la fundación de periodismo de Scripps-Howard—, se aventuraron la noche del 27 de febrero, con temperaturas bajo cero, a ver el documental en el auditorio del Museo de Arte Americano, del Instituto Smithsoniano, en el noroeste de Washington, D.C.

En la otra costa, con temperaturas más cálidas, el profesor y activista Armando Vásquez Ramos invitó a un grupo de 350 jóvenes universitarios al teatro de la California State University, Long Beach, el 10 de marzo, y poco después 100 invitados asistieron a la recepción y discusión que siguió. Al productor del documental, Rodríguez, se le unió Phil Móntez, gran amigo de Salazar, jubilado recientemente de su cargo de director regional de la costa oeste para la U.S. Commission on Civil Rights.

Entre otros preestrenos del documental figuran el del 9 de abril, en El Paso, Texas, ciudad fronteriza con Ciudad Juárez, donde nació Salazar. Éste se crió en El Paso, y su primer empleo como periodista fue con el diario Herald-Post de allí. El evento, que se anticipa atraerá otro público numeroso, lo coordina el Departamento de Comunicación de la Universidad de Texas en El Paso.

Luego de resumir la carrera de Salazar e incluir sus cargos en México, Cuba y Vietnam como corresponsal del periódico Los Angeles Times, el documental lo trae de vuelta a los Estados Unidos, donde muestra cómo lo limitaron a cubrir casos mexicano-americanos y del este de Los Angeles. Tal situación causó malestar en Salazar, que la percibió como un descenso de categoría. En consecuencia, le escribió al editor gerente del Los Angeles Times, Frank Haven: “Este cambio abrupto, prácticamente sin aviso, me resulta desmoralizador a nivel profesional y desolador a nivel personal. No me queda más que preguntarle: ¿Cuánto tiempo me va demandar probar mi valía en Los Angeles Times?”

Poco después, Salazar deja su puesto en Los Angeles Times para hacerse director de noticias de la estación de televisión en español KMEX, aunque acepta escribir una columna de opinión semanal para Los Angeles Times, llegando así a públicos diferentes en dos idiomas. Lo irónico es que la libertad que consiguió para reportar, tanto en KMEX como en el periódico Los Angeles Times, sobre el racismo institucional y respecto de una parte de la policía que abusaba de la comunidad méxico-americana, fue lo que ocasionó su muerte.

El documental de PBS remienda unos trozos de entrevistas con la policía y otros representantes del establecimiento, la mayoría de los cuales concluye que la muerte de Salazar, a los 42 años de edad, fue sólo “un accidente desafortunado”. Tras finalizar la presentación del documental en Long Beach, cuando el productor Rodríguez acepta dicha opinión, Móntez le replica: “Tú filmaste una película. Yo, esto lo viví. No concuerdo contigo”. El público entonces aplaude y grita vigorosamente a favor de Móntez.

Algunos de los momentos más fuertes del preestreno se deben a Móntez. Éste narra cómo la policía intentó que el periódico despidiera a Salazar, e incluso menciona algo peor: que seis días antes de que Salazar fuera muerto por la granada lanzada por un policía, Phil se burló de él diciéndole: “Los mexicanos necesitan a un mártir, que te peguen un tiro a ti”. A lo que, según Móntez, contestó Salazar: “No, ¡que te lo peguen a ti! Yo soy más guapo que tú”.

Durante toda la sesión, Móntez contraría las suposiciones de otros participantes. Ofrece contextos claves para precisar el recuento de los hechos, aunque a veces sin revelar mayores detalles de la investigación forense del caso. A Móntez lo habían presionado para que dé su testimonio en aquella investigación, pero él, sin dar explicaciones, al final borró su nombre de la lista de testigos. (¿Será que PBS le tapó la boca cuando exclamó “Bullshit”?)

Una semana antes de morir, Salazar llamó por teléfono al editor principal de Hispanic Link, Charlie Ericksen, que entonces formaba parte del personal de la U.S. Civil Rights Commission. Éste recibió la llamada en una oficina de la Comisión en Los Ángeles. Salazar le informó algo que repetiría con más detalles en una reunión con Móntez, tres días después: que la policía lo estaba siguiendo de manera constante y que, por tanto, temía sufrir represalias por haber publicado reportajes sobre la brutalidad que mostraban algunos de sus efectivos contra los mexicano-americanos, hasta el punto de que habían asesinado a dos trabajadores mexicanos en una redada de puerta equivocada en Los Ángeles, el 16 de julio de 1970.

Dos representantes de la comisaría de Los Ángeles (LAPD, por sus siglas en inglés) habían visitado a Rubén Salazar para hacerle la siguiente advertencia: “Este tipo de información podría resultar peligroso en el pensar de la gente del barrio”. En el documental, el ex presidente de KMEX-TV, Danny Villanueva, confirma lo que le había dicho a Ericksen años antes: que la policía de Los Ángeles lo había instado a despedir a Salazar.

Después de pasar el documental en el museo de la Smithsonian, Ericksen pidió que el público de 125 personas levantara la mano para responder a la pregunta: “¿Cuántos de ustedes creen que la policía NO fue cómplice en la matanza de Rubén Salazar?”. Se levantaron únicamente tres manos.

Un par de años antes, en una videoentrevista que duró toda una mañana, Ericksen le había contado a Rodríguez, el productor del documental, sobre los temores que tenía Salazar. Una semana previa a su muerte, Salazar le dijo a Ericksen que con las autoridades federales quería dejar constancia pública de que la policía lo tenía en la mira. Ocho días después se convirtió en uno de los dos únicos muertos entre los 30 mil latinos que participaron en la protesta contra la guerra en Vietnam. Durante todo este tiempo, Ericksen se ha mantenido firme en su certeza opuesta a la explicación del médico forense: para aquél, la muerte de Salazar no fue ningún accidente.

Por otra parte, como ha mencionado ya en otras entrevistas, Ericksen recuerda haberle dicho a Rodríguez que si bien Rubén Salazar era un periodista apasionado por su oficio, al salir de la oficina se convertía al 100% en esposo y padre de familia. Fue así para Sally, su viuda —a quien Ericksen conoció antes de que se conocieran ella y Rubén—, y lo fue sin duda para sus tres hijos.

En la actualidad, Ericksen está molesto con Rodríguez por haber resumido en sólo 23 palabras la entrevista que le hizo hace dos años y que, en realidad, duró toda una mañana en las oficinas de Hispanic Link, en Washington, D.C. Rodríguez además hizo caso omiso de la llamada telefónica de Salazar —que resultó tristemente profética— y, por otro lado, no muestra apropiadamente la devoción de Sally por su esposo mexicano-americano. Al respecto, las únicas palabras que se oyen en el documental son: “El (Salazar) sí llevaba una vida muy dividida entre la casa y su oficio de periodista. Su esposa Sally nunca se adaptó a ninguna cultura hispana”.

En 1980, para el décimo aniversario de la muerte de Rubén Salazar, Ericksen colaboró como editor con Sally, cuando por primera vez ella reflexionó sobre las premoniciones que tuvo su marido acerca de su suerte.

El ex presidente de KMEX-TV, Danny Villanueva, concluye, “Abrieron [el caso de] Watergate. ¿Por qué no podrían abrir este caso?”

(Kay Bárbaro, [¡Qué Bárbaro!] es un seudónimo atribuido a varias notas de opinión redactadas por diferentes periodistas de Hispanic Link News Service. Charlie Ericksen, editor, y Aaron Montes, reportero, colaboraron en la investigación y la redacción de esta nota. Comuníquese con ellos al 202-234-0280 o a hispaniclink.org.)

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