1. Ellen Foster de Kaye Gibbons.

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Ellen Foster by Kaye Gibbons.

Ellen Foster by Kaye Gibbons.

50 LIBROS/ 50 BOOKS: Mujeres y sus historias. 

“That comes from reading too many stories”.
Kaye Gibbons

Hace dos semanas los nombres de cuatro mujeres se repetían una y otra vez en los medios. El primero es el de Jodi Arias, la chica que mató a su novio en Arizona. Su argumento: temía la furia de su ex-novio tras una pelea, “lo maté en defensa propia”, explicó en su momento. Su defensa propia incluyó más de veinte puñaladas, degollarlo y dispararle en la sien. Después de cuatro años de ires y venires el juicio estaba por determinarse. Esa misma semana otra noticia mantenía a los televidentes en shock. Después de diez años de haber sido secuestradas, tres chicas, y la hija de una de ellas, escaparon de su cautiverio. Michelle Knight, Amanda Berry y Gina de Jesús vivieron en terribles condiciones y abuso a manos de Ariel Castro, un ex-chofer de camión.

Hablo con mi hijo de estos casos porque va a oírlo o verlo en televisión y prefiero que escuche esto de mí, que sea una oportunidad de hablar de lo que he decidido llamar la inusitada naturaleza humana. Me pregunta “¿por qué crees que la gente actúa así?” Es como si me preguntara realmente “¿por qué secuestrar por tantos años, por qué matar a sangre fría?” No tengo respuestas. Supongo que nadie tiene respuestas.

Una cosa me lleva a otra y me pongo a pensar en esas novelas y colecciones de cuentos escritos por mujeres que de un modo u otro exploran la fiereza de la que es capaz la naturaleza humana. Inicio una lista e inicio este proyecto. Cincuenta libros, cincuenta autoras que revelan “something bright, then holes” como dice un poema de Maggie Nelson.

Ellen Foster by Kaye Gibbons.

Ellen Foster by Kaye Gibbons.

Así pues, comienzo con Ellen Foster. Se trata de una hermosa y brutal novela escrita por Kaye Gibbons. Narrada en primera persona, esta obra se roba la atención del lector desde el primer párrafo con una honesta revelación que nadie podría esperar de una niña de once años “When I was little I would think of ways to kill my daddy. I would figure out this or that way and run it down through my head until it got easy”. Y no, no es que Ellen sea una pequeña psicópata, Ellen en realidad es una niña obligada a ser adulta, una niña que crece a fuerza de salir adelante en el ambiente hostil del hogar. Un padre alcohólico que golpea a la madre enferma. Una madre cuya única salida es dejarse morir. Una familia como esa fractura en la pared que nadie puede reparar: “I remember when I was scared. Everything was so wrong like somebody had knocked something loose and my family was shaking itself to death”, dice la pequeña Ellen.

El condado finalmente saca a Ellen de esa casa. La niña pasa de un pariente a otro, con una cajita con sus pocas pertenencias, pero ninguno es capaz de otorgarle la calidez de eso que llamamos familia. La abuela la obliga a trabajar en la pizca de manzana con el resto de sus trabajadores, a limpiar la casa y atenderla. La tía, más adelante, llena de juguetes y muñecas a su hija en navidad y entrega a Ellen un paquete de hojas de papel. Feliz navidad, le dice.

La resiliencia que Gibbons otorga a su personaje es increíble, ella se entretiene con un microscopio que se compró con su dinero ahorrado, con la lista de cosas que contará un día a su amiga Starletta, con los sueños de encontrar una familia y se concentra en ocupar su tiempo libre porque “free time leaves your head open for thinking and before you know it your brain slips a idea in and you have to shoo it away…”

Kaye Gibbons contruye el mundo y el lenguaje de una niña que busca desesperadamente una familia. Es tanto su deseo de pertenencia que está dispuesta a usar sus ochenta dólares para ser aceptada por una nueva mamá. Ellen quiere una mamá que le haga pollo frito y le deje invitar a su amiga Starletta a pasar el fin de semana. Ellen quiere dejar su apellido atrás y llamarse Foster, como la familia que habrá de darle su lugar en el mundo.

Encontré a Ellen Foster en una obra ficción pero bien pude haberla descubierto en la televisión o en el periódico un día cualquiera.

 

Gibbons, Kaye. Ellen Foster. Algonquin books of Chapel Hill, North Carolina. 1987.

 

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