La otra cara del trabajo sexual en Ciudad Juárez

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Entrada el hotel París (izquierda) en el centro de Ciudad Juárez. (José Abraham Rubio Zamora/Borderzine.com)

Entrada el hotel París (izquierda) en el centro de Ciudad Juárez. (José Abraham Rubio Zamora/Borderzine.com)

Entrada el hotel París (izquierda) en el centro de Ciudad Juárez. (José Abraham Rubio Zamara/Borderzine.com)

Entrada al hotel París (izquierda) en el centro de Ciudad Juárez. (José Abraham Rubio Zamora/Borderzine.com)

CD JUAREZ – A la entrada del Hotel París, un establecimiento situado en la parte alta de la calle La Paz, a unos cuantos metros del bullicioso Mercado Cuauhtémoc, a plena luz del día, se aposta Norma, una trabajadora sexual acompañada de Nancy.

Un estrecho pasillo localizado entre la vieja cantina “El Puerto” y una tienda de ropa, sirve de acceso a los clientes que se dejan conducir hasta un conjunto de gastadas y derruidas habitaciones, siempre ocultas a la vista de los transeúntes y marchantas que diariamente recorren ese sitio en busca de algo.

Confundidas entre el ruido propio del lugar y el anonimato que los puestos y tenderetes les brindan, ambas mujeres esperan que un hombre solicite sus servicios. Las dos son también madres de familia que necesitan por lo menos de un cliente para poder llevar algo de dinero a casa.

La prostitución fue una de las atracciones más importantes de la ciudad en la segunda mitad del siglo XX. (José Abraham Rubio Zamara/Borderzine.com)

La prostitución fue una de las atracciones más importantes de la ciudad en la segunda mitad del siglo XX. (José Abraham Rubio Zamora/Borderzine.com)

“Qué más quisiera yo que trabajar en otra cosa. Lo he intentado, pero por puritita necesidad trabajo en esto […] no encuentro mejor sustento para mantener a mis hijos”, menciona Norma que desde hace un lustro ejerce esa actividad,

Un oficio para el olvido

La prostitución en Ciudad Juárez, ha formado parte importante de las actividades económicas en la frontera. Desde sus orígenes como corredor comercial, Paso del Norte (ahora Ciudad Juárez) se caracterizó por tener cantinas, hoteles y  prostitutas que atendían a los viajeros. Juárez era tan sólo un lugar de paso. Pero fue a partir de la primera mitad del siglo XX, que la ciudad se convirtió en centro de atracción para los residentes de ambos lados de la frontera.

Durante los años veinte, en Estados Unidos se instauró la Ley Seca que prohibía la compra y venta de alcohol dentro de territorio norteamericano. En México, a diferencia de su vecino del norte, no existía este tipo de prohibiciones, por lo tanto, aquellos estadounidenses que querían divertirse sólo tenían que cruzar la frontera para visitar y comprar lo que se ofrecía en los comercios juarenses.

El trabajo sexual fue entonces una actividad que se vio favorecida por este fenómeno y sobrevivió mucho tiempo de este flujo migratorio hacia Ciudad Juárez, pues los soldados de la base militar Fort Bliss, que no tenían pareja sexual, cruzaban el puente internacional para contratar los servicios de estas mujeres.

Desde aquel entonces la ciudad adquirió una identidad, relacionada con la vida nocturna y el trabajo sexual. Algo que a ciertas esferas conservadoras de la sociedad local no agradó en absoluto.

La batalla de todos los días

Rechazo, discriminación, condiciones de trabajo peligrosas, maltratos, son situaciones que las trabajadoras sexuales se han visto obligadas a tolerar diariamente, en un oficio que no se sabe que es lo que depara.

Juana María tiene 49 años cumplidos, 27 de los cuales ha dedicado como sexoservidora. Como muchos residentes locales que emigran durante su niñez o juventud hacia Ciudad Juárez, ella vino con la intención de hallar una mejor condición de vida.

Primero trabajó en una barra como cantinera, pero esto no fue suficiente para mantener y alimentar a su familia; por lo que buscó probar suerte en la prostitución.

El populoso mercado Cuauhtémoc de Ciudad Juárez. (José Abraham Rubio Zamara/Borderzine.com)

El programa del Gobierno Municipal para renovar el Centro Histórico de Ciudad Juárez sería la razón detrás de las recientes agresiones policiales a las sexoservidoras. (José Abraham Rubio Zamora/Borderzine.com)

Juana María asegura que nunca ocultó su real actividad y mucho menos su lucha. “Desde que empecé en ese trabajo, le dije a mis hijos cómo los iba a sacar  adelante”, asegura orgullosa.

Según esta veterana, “en este trabajo uno tiene que aguantar a todo tipo de personas, desde borrachos hasta viciosos y se pasa por experiencias muy feas… a veces, hasta te  golpean”.

A diferencia de Juana María, Norma, 34, terminó siendo trabajadora sexual por azares del destino. Comenzó en el oficio justo cuando necesitó más dinero para comprar droga. Recuerda que una amiga le sugirió la idea de emplearse como sexoservidora, lo que aceptó de inmediato, apunta. Asegura ser una persona limpia que logró rehabilitarse de las drogas.

Trabaja de 12 del medio día  a 5 de la tarde en ese hotel de La Paz.

El resto del día lo utiliza para cuidar de sus tres hijos.

Advierte que a raíz de ejercer ese oficio, su hermana le dejó de hablar. En cambio, con su madre y sus hermanos mantiene una relación estable. No están de acuerdo con lo que ella hace pero siempre terminan por aceptarlo. “¿Qué otra cosa puedo hacer?”, expresa con tono de resignación. Ya ha trabajado en “maquila” y no le alcanzó, dice.

Además de enfrentar  sus propios problemas y miedos internos, Norma tiene que tolerar los actos prepotentes y abusivos de los policías municipales que frecuentan la zona. Señala que anteriormente las autoridades locales simplemente revisaban el tarjetón del Centros Ambulatorios para la Prevención y Atención del VIH/SIDA y de las Infecciones de Transmisión Sexual y rápidamente le dejaban laborar. “Ahora te llevan por la nada, te agreden verbalmente, te quitan dinero y hasta te desvisten ‘buscando droga’… pero si nos quejamos ¿quién nos va escuchar?”, lamenta.

La represión

A partir de que el Gobierno Municipal decidió “renovar” el Centro Histórico, múltiples establecimientos comerciales de la llamada “manzana catorce”, entre estos los llamados giros negros (prostíbulos y cantinas) han sido cerrados. La autoridad pretende construir un zócalo en esa zona histórica y del primer cuadro de la ciudad. El cierre y la destrucción de decenas de locales y fincas, especialmente de viviendas y hoteles de paso, afectó directamente a las trabajadoras sexuales que laboraban dentro de estos negocios, pues no se reubicó a ninguno de los negocio en otra zona ni sus propietarios fueron indemnizados por sus terrenos.

Tan sólo se les dejó a la deriva, aseguran.

De pronto cientos de prostitutas se quedaron sin lugar en donde laborar por lo que debieron emigrar a otro lugar de trabajo. Unas decidieron establecerse en la Plaza de Armas, otras en las calles aledañas a ese primer cuadro de la ciudad.

Paralelamente a ello, policías municipales comenzaron a amedrentar a las trabajadoras sexuales. El naufragio de estas mujeres por las calles del centro fue causa suficiente para ser encarceladas pues el argumento legal era de que éstas cometían una falta administrativa.

María Luisa González Barrios, miembro del Programa Compañeros A.C. y coordinadora del proyecto “De mujer a mujer”, considera que detrás de la decisión del gobierno por no reubicar a las sexoservidoras hacia otra zona se encuentra un total desinterés hacia ellas. “Sólo les interesa el que no estén paradas afuera de los hoteles, buscando algún cliente”, apunta.

Ante ese panorama de presiones, algunas trabajadoras sexuales han decidido trabajar en su casa. Asechadas por el miedo infundido por los oficiales al mando del titular de la policía municipal, el militar retirado, teniente coronel Julián Leyzaola Pérez, a estas mujeres no les quedó otra más que laborar en sus propios hogares.

Atrás quedaron los mejores tiempos, rememora Juana María. “En aquellos años, (los policías) no se metían con nosotras, hasta la protegían a uno”, asegura.

La cobertura mediática

Los medios de comunicación locales –siempre cuidadosos de sus  intereses económicos– en relación a este tema han procurado mantener una postura conservadora y moralista al tiempo que satanizan en sus páginas a las sexoservidoras.

Desde principios del siglo pasado los periódicos, tanto de El Paso como de Ciudad Juárez, han criticado también la inmoralidad de aquellas personas que recurren a los servicios de las prostitutas y de aquellos que cruzaban de Estados Unidos hacia Juárez para embriagarse.

La Patria, El Día, El Continental fueron algunos de los periódicos moralizantes de aquel entonces. Se dedicaron a juzgar las acciones del gobierno municipal al permitir que hubiese prostitución en la ciudad.

Ahora los medios de comunicación utilizan otras técnicas, entre éstas el amarillismo y la cobertura escueta de los hechos relacionados con el trabajo sexual, formando de esta manera una cortina de humo que evita se conozca realmente el malestar y problemas que enfrenta la prostituta juarense.

Solamente un medio de comunicación ha hablado abiertamente del hostigamiento ejercido en contra de estas mujeres: la revista Radio Net, que publicó una serie de información al respecto entre el mes de agosto y el mes de octubre pasados.

Los otros medios han puesto mayor atención en los delitos en los que se ven implicadas trabajadoras sexuales: trata de personas y en trabajadoras sexuales involucradas en el narcotráfico.

La salud de la trabajadora sexual

Según la directora de CAPASITS, Martha Sánchez, en Ciudad Juárez hay aproximadamente 4,000 trabajadoras sexuales. Este centro de salud ofrece un estudio de análisis clínico y de laboratorio para detectar Enfermedades de Transmisión Sexual y su tratamiento es gratuito.

Promueve además las prácticas sexuales seguras mediante el uso del condón. Sin embargo, no existe un programa especial enfocado a la trabajadora sexual. Y la razón es legal, explica Sánchez. “Es porque la prostitución de cierta forma es un delito… es una falta administrativa”, advierte.

González Barrios, por su parte, opina que estos programas no están pensados en brindar bienestar a la sexoservidora como mujer y ser humano, sino que están enfocados en procurar el bienestar de los negocios, de los clientes, “para que no se vayan a infectar”, dice.

“Voy a hacerme mis análisis al CAPASITS, pero… ¿Ayuda? ¿Cuál ayuda?” Cuestiona irónicamente Norma.

Varias de las especialistas de estos centros de apoyo a la mujer coinciden en que victimizar a la trabajadora sexual no es ni será nunca la solución a la problemática que conlleva el ejercicio de la prostitución.

“El gobierno debería de poner más atención a este sector de la comunidad, pues es increíble como un oficio lícito en nuestro país, no se pueda ejercer con la tranquilidad y seguridad con la que se trabaja en otras profesiones”, opina una de las estudiosas.

Consideran además que mientras exista la falta de empatía por parte de la población, la falta de programas dedicados a ayudar realmente a las prostitutas, la falta de respeto por parte de las autoridades gubernamentales y el estigma moral y social que regularmente se le carga a estas trabajadoras, la vida de esta minoría será una verdadera batalla.

Una batalla que Nancy decide concluir cuando el reloj marca las 5 de la tarde en el exterior de ese hotel de paso sobre la calle La Paz.

“Ya me voy, tengo que ir por mis hijos”, se despide rápidamente de sus compañeras. Nancy sabe que la contienda por sobrevivir continuará mañana a la misma hora y en ese mismo estrecho pasillo.

One thought on “La otra cara del trabajo sexual en Ciudad Juárez

  1. no todo es triste hay chicas que en un buen dia sacan arriba de 2000 pesos ese hotel de los sres diaz terrazas tiene una gran historia muchas mujeres con tenacidad y esfuerzo amazaron grandes fortunas como el caso de una sexo servidora llamada lety la gitana (esperanza paredes ) que en su retiro logro poner un pequeño hotel y renta de locales comerciales la gran mayoría desperdician la poca o mucha belleza comprando drogas manteniendo machorras o padrotes ese es solo un ejemplo un cordial saludo s trabaje 10 años en un local enseguida de este hotel

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