El día de-morado

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EL PASO, Texas — En Uganda un periódico publicó fotografías de los que llamó “Los 100 principales homosexuales” para invitar a la gente a atacarlos. Un año antes un legislador presentó un proyecto de ley que condenaba a la pena de muerte o cadena perpetua a cualquiera que llevara a cabo actos homosexuales. ¿Será posible que en pleno Siglo XXI la homofobia sea aún como ese moño que se cuelgan otros activistas sociales?

Hoy, en Estados Unidos la gente viste de morado en una forma de hacer conciencia y hacerle frente a la intolerancia que recientemente ha cobrado la vida de 6 chicos, víctimas en cierto modo del abuso homofóbico en hogares y escuelas. Uno, camina por la calle y de entre todos los colores se distinguen —como pequeños brillos— los puntos morados. Personas que se apropiaron del color y de la causa. Uno se cruza con ellos y cruza una mirada, una sonrisa triste, una especie de complicidad. Uno, seguramente piensa igual que el otro, si tan sólo un color pudiera dar cese a la estupidez de la que la sociedad no sale.

Camino y pienso en mi hijo, en una conversación que tuvimos hace un par de años. Yo cocinaba, él se quejaba de un chico de su salón. “Es que hoy todos nos enojamos con él, ¿sabes quién? es un poco gay y…” lo paré en seco, detuve mis labores. Lo vi de frente y con el dedo índice le dije que en nuestra casa que en nuestra familia no hacíamos distinciones con la gente por ser alta, flaca, gorda, pequeña, gay… le dije que había cosas que no importaban, le dije que las categorías… pero me interrumpió y me dijo: “No nos enojamos porque sea un poco gay, nos enojamos porque es muy mitotero, nos acusó con la maestra de …” No supe si llorar o reír. Para mi hijo que el chico fuera, como dijo él, “un poco gay” era lo de menos. No era un punto a discutir, el punto es que los acusó falsamente de una travesura. No me quedó más remedio que escucharlo y convenir con él en que sí, en que  “qué gacho que sea tan mitotero el chico”.

Mi hijo ha crecido en la diversidad, ha aprendido a convivir con todo y todos. Me gustaría llevarme el crédito pero no, no todo es mío. Tal vez sea muy ingenua al creer que hay un nivel de discernimiento en la infancia que, si no es tocado por el absurdo del mundo adulto, puede convivir perfectamente en un mundo de diversidad. Pero creo, también, que es tarea de nosotros, padres, hermanos, adultos alimentar ese nivel de raciocinio que tanta falta nos hace y que tanto se ha demorado en llegar. Tal vez así, mientras uno camina por la calle se toparía con más puntos morados y periódicos, como ese de Uganda, daría una voz más la tolerancia y acallaría la violencia.

2 thoughts on “El día de-morado

  1. Me gustó tu texto. Nunca había reparado en las personas que visten de morado: pondré más atención. Saludos.

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